A Virgina Villamayor, 33 años, se la conoce por ser una emprendedora serial. Nacida y criada en Salta, llegó a Buenos Aires para realizar los estudios de contadora en la UBA.
Trabajó muchos años en relación de dependencia hasta que en 2013 se independizó y, ya radicada de nuevo en su provincia natal, comenzó la carrera en el emprendedorismo. Actualmente es la cofundadora de Multiverso, una empresa que diseña juegos de mesa de autor tanto para chicos como para adultos.
Antes de llegar al mundo lúdico, Virginia trabajó en la consultora Deloitte y en Petroandina, una distribuida de YPF en Salta. Pero siempre había querido trabajar de manera independiente, armar un proyecto y verlo crecer. Para eso, el PDE que cursó en Tucumán en 2012 le dio un montón de herramientas para lanzarse sola.
“Viajaba dos días a la semana cada 15 días para cursar. Ese mismo año creé con una amiga una marca de indumentaria femenina, Toplegs, con producción íntegramente salteña y venta a mayoristas en 10 provincias. Nos posicionamos bien, con una buena campaña en redes sociales, que en esa época no era tan común. Vendíamos por Facebook también y llegamos a tener más de 260.000 seguidores”, recuerda.
El emprendimiento buscaba romper con la concentración de producción de ropa que existe hoy en día entre Buenos Aires, Córdoba y Rosario, y en donde a las provincias del norte les cuesta ingresar ya que tienen que afrontar mayores costos de transporte.
“Fabricábamos ropa moderna, no era un diseño autóctono de la cultura de Salta, como suele pasar con los productores locales que venden artículos regionales. Teníamos una red de distribución bastante aceitada. De Salta es difícil salir a otros lugares por un tema de logística”, señala.
Si bien el proyecto fue exitoso, en diciembre de 2016, decidió cambiar a un rubro que realmente le apasionaba. “Multiverso nació junto con una socia que está terminado su doctorado en filosofía. Las dos somos fanáticas de los juegos de mesa. Y empezamos a emprender sabiendo que es un mercado difícil, ya que en Argentina hay empresas grandes que producen con una escala muy alta. Hay pocos creadores chicos y cuesta posicionarse, porque no sos competitivo en costos o en cantidades”, dice.
La cultura del juego
“Además, la cultura del juego es baja en la Argentina, comparada con países de Europa, como Alemania. Hay mucha diferencia en la cantidad de producción de juegos porque los adultos juegan poco”, agrega.
Con una inversión inicial de $200.000, el año pasado lanzaron “muy a pulmón” Respuestas Abiertas, Yogui Juego y Diver Caschy; y el mes que viene sale Juego de palabras. Ya vendieron 3000 unidades y esperan duplicar esa cifra este año. El precio promedio es de entre $350 y $550. Y si bien cuentan con poco presupuesto para posicionar los productos e invertir en marketing, Virginia dice que “con ideas creativas se puede”.
“El emprendedorismo en el NOA no es tan fuerte, porque los costos son más bajos en Buenos Aires, pero preferimos ayudar a desarrollar el ecosistema emprendedor en nuestra provincia. Todos los ilustradores y diseñadores gráficos que colaboran con nosotros son salteños. Para poder trabajar con cadenas de librerías y jugueterías teníamos que tener una variedad de juegos, por eso lanzamos tres productos seguidos. Para este 2018 tenemos más claras muchas cosas y mejor perspectiva”, dice.
“A nivel mundial viene creciendo la cultura del juego en sí. A pesar de los videojuegos y la electrónica, todo lo que es analógico sigue vigente. Y los juegos de autor o juegos independientes está creciendo mucho también. Mi socia vive en Berlín, donde se hacen las dos ferias de juegos más grandes del mundo. Nos inspirarnos con todo lo que se ve allá”, agrega.
Pero no suficiente con diseñar pasatiempos lúdicos, Virginia también administra un hotel, “un emprendimiento familiar”. “La idea es ir rompiendo paradigmas, pensar que se puede”, dice, ahora embarazada de ocho meses.
De su experiencia en el IAE, la emprendedora serial dice que siempre le encantó los cursos que ofrecen en la universidad. “El PDE me sirvió mucho. Cuando no tenés una formación de contadora o administración de empresas es más valioso, pero el grupo, la experiencia que trasmite cada uno en el curso, es invaluable. Terminamos hace muchos años e igual seguimos en contacto. Tenemos un grupo, nos consultamos cosas, nos pasamos recomendaciones. Es muy bueno para armar networking, ya que te encontrás con gente que está igual que vos, que tiene mismas ambiciones y expectativas. Los profesores son excelentes, te trasmiten valores para emprender y eso me parece muy buen”, concluye.