“Un país, un propósito”, es el lema del Summit 2020 del IAE, que arrancó con unas palabras de bienvenida de Rodolfo Q. Rivarola, decano IAE Business School, y de Renato Falbo, presidente de Alumni, quien destacó que la comunidad de exalumnos se nutre de 17.000 miembros que viven en 50 países. Ambos señalaron el particular año que transcurrió, a raíz de la pandemia, y la importancia más que nunca de seguir conectados.
Juan J. Llach, profesor del IAE Business School, luego dio una introducción sobre el nuevo programa del IAE de productividad inclusiva: “Son dos componentes esenciales para que los acuerdos nos lleven a un país más justo. No es un matrimonio fácil de combinar. A veces se ha intentado aumentar la productividad no incluyendo y eso, socialmente ni políticamente es aceptado. También a veces se ha intentado incluir descuidando la productividad y eso no se puede financiar en el largo plazo”.
“Por eso es necesario invertir en capital humano y físico, para crear empleos formales, para ir disminuyendo y erradicando la pobreza y las desigualdades que nos caracterizan. Si bien hoy todo el horizonte parece ocupado por la inflación, el tipo de cambio, el acuerdo con el FMI, el déficit fiscal, lo que se le dice la macroeconomía de corto plazo, no es fácil de arreglar esto si no hay un rumbo claro. La productividad inclusiva tiene más chances de ayudar a encontrar un arreglo de la macroeconomía de corto plazo. La tarea es extremadamente difícil. Por eso proponemos estudiar países que era muy ‘grietosos’, como el nuestro, con mucha grieta, y, sin embargo, a la larga alcanzaron a salir adelante, como España, que tuvo una guerra civil y una dictadura militar, y Sudáfrica, que tenía la segregación racial”, agregó.
Seguido, en el primer panel de la mañana, el objetivo de conversación fue “Acuerdos posibles”, en el cual participaron Rodrigo Zarazaga, doctor en Ciencias Políticas por la University of California, Gerardo Martinez, secretario general en la Unión Obrera de la Construcción, y Roberto Murchison, presidente de Grupo Murchison y Presidente de IDEA, moderados por la periodista Silvia Naishtat.
“Es difícil hablar cuando tenemos un nivel de pobreza y de desocupación tan grande. El problema no es económico, es político. En este momento de pandemia mundial, rescato que la política tiene que cumplir un rol fundamental para que los resultados que se están dando sean diferentes. No se puede hacer solo desde una mirada argentina, el impacto que genera el proceso de globalización y cómo nos arrastra”, dijo Gerardo Martinez.
“Como país tenemos que saber cómo nos ubicamos en este proceso y qué espacio tenemos. Siempre el mundo se manejó con los grandes, los poderosos, tenemos un proceso de globalización sin rostro social, donde los resultados concretos desde 1989 a la fecha incrementaron la pobreza, la desocupación, el hambre y la desigualdad. Hay una predisposición del sector empresarial y de los trabajadores, a través del diálogo, de disertar la innovación para lograr la inclusión social”, agregó.
Roberto Murchison recomendó que “la mesa de acuerdos tiene que ser dirigida por un gobierno nacional”, que es a quien ha votado la ciudadanía para coordinar los distintos sectores. “Para que esa mesa funcione, tiene que haber mucho diálogo. La Argentina lo está teniendo, se ve en el acuerdo que hizo la UIA con la CGT al inicio de la pandemia. Hay diálogo entre los empresarios y los movimientos sociales, aunque no siempre son públicos”, comentó.
“En la conversación con los movimientos sociales, descubrí que teníamos una misma visión sobre temas que yo hubiera pensado que teníamos visiones contrapuestas, como por ejemplo que el subsidio sin una contraprestación institucionaliza la pobreza. Es una visión que podría haber venido de un empresario. Lo mismo con la inflación, que coinciden que es un impuesto a la pobreza. Encontré más acuerdos que desacuerdos con el sindicalismo en esta pandemia”, agregó Roberto.
El cura jesuita Rodrigo Zarazaga indicó que, cuando se plantean lograr acuerdos, no se tienen en cuenta dos características: que el país es presidencialista y que la grieta no es solo de la dirigencia política, sino de toda la sociedad. “El conurbano concentra la mayor cantidad de pobres del país. Un dato que me sorprendió es que, del crecimiento del conurbano de los últimos años, el 80% fue residencial para viviendas, y de ese total, el 80% fue en villas o en countrys. Esto ilustra que la grieta es de toda la sociedad, es un big ban social. Son dos mundos que se alejan cada vez más y que se tocan cada vez menos. Hay lenguajes y códigos distintos que se desarrollan. Desaparece lo común, lo público, lo que compartimos”, dijo.
“Para combatir estas dos características, presidencialismo y grieta, cualquier acuerdo tiene que estar ordenando con un norte claro a donde se quiere llegar, y tiene que ser conducido por el que fue elegido como presidente. Sin esa conducción estratégica es difícil alcanzar un acuerdo”, concluyó Rodrigo Zarazaga.