Patricia Morrone, directora de la concesionaria Forcam, actualmente cursa el Programa de Alta Dirección (PAD) en IAE Business School, un sueño que tenía en mente desde 1999, cuando participó de un programa in company de Ford y del IAE. Contadora, docente, bailarina clásica y abuela, se propuso el desafío de continuar con la empresa familia y lo logró poniendo el foco en los clientes internos y en los estándares de calidad.
Raíces y primeros pasos en Forcam
Hija de Antonio Morrone, fundador de Forcam en 1986, Patricia ingresó al negocio familiar siendo muy joven. Mientras cursaba el secundario, ya ayudaba en la concesionaria durante sus vacaciones: aprendió a manejar la caja y a llevar los libros de IVA. “Yo era feliz estando en la empresa, aprendiendo todo eso”, recuerda.
El fuerte sentido de responsabilidad de Patricia hacia la empresa familiar se despertó temprano. A los 9 años, al enterarse de que su padre –un inmigrante italiano- a esa edad vendía turrones en la calle, sintió que debía acompañarlo y contribuir al crecimiento de Forcam. Este compromiso se consolidó cuando decidió estudiar contaduría y magisterio, equilibrando sus estudios con el trabajo en la concesionaria.
“Mi padre es un visionario: vino de Italia sin siquiera estudios primarios. Por otro lado, eso era un peso porque la genialidad que él tiene, yo no la tengo. Yo tengo constancia y perseverancia. Si me propongo un objetivo en la vida, hasta que no lo logro, no paro. Lloro, me caigo, pero me vuelvo a levantar. La carrera y la experiencia me han ayudado”, dice.
Desafíos y resiliencia
En sus inicios, Patricia era la única mujer de la concesionaria y una de las pocas en una industria dominada por varones. Además, era la hija del dueño. “No resultó fácil ser la única mujer y ser la hija del dueño. Pero el escudo que yo tenía era mi título y mi experiencia”, cuenta.
Integrar la vida profesional con la personal tampoco fue una tarea sencilla para Patricia. Proveniente de una familia italiana tradicional, su madre era ama de casa mientras su padre se dedicaba enteramente al trabajo. Patricia, en cambio, asumió ambos roles: “He dormido por muchos años pocas horas”, admite. Con dos hijos, Martín y Mariano, y ahora dos nietos, Felipe y Olivia, ha aprendido a encontrar el equilibrio. “Una de las ventajas de trabajar en tu empresa familiar es poder faltar cuando un hijo se enferma”, dice.
Navegar la incertidumbre
El mercado argentino ha experimentado fluctuaciones significativas en la demanda de autos en los últimos años. En 2017, la industria automotriz estuvo cerca de alcanzar el millón de autos patentados, pero en junio de 2018 entró en una crisis, exacerbada por la pandemia. Actualmente, el mercado está viendo una recuperación moderada, con proyecciones de alcanzar entre 450.000 y 480.000 autos patentados. «Es el día a día», dice Patricia, quien destaca la necesidad de adaptarse a un segmento más acotado (Ford se ha enfocado en los segmentos de SUV y camionetas, como la Ford Ranger) y enfocar sus esfuerzos en superar el punto de equilibrio. «Con los créditos, se está moviendo más», agrega.
Forcam ha enfrentado momentos difíciles, especialmente cuando Ford cerró sus fábricas en Brasil de camiones en 2019 y de autos en 2021. Con el retiro de su padre en 2020, Patricia fue quien lideró la empresa en estas crisis. “La clave del éxito, como dice mi padre, es trabajar, trabajar y trabajar. El ojo del amo engorda el ganado. Yo estoy acá (en la concesionaria) todos los días”, afirma.
La importancia del Programa de Alta Dirección (PAD)
En 1999 Ford Argentina, junto con el IAE, armó un programa intensivo para dueños y gerentes de sus concesionarias y directores y gerentes de Ford, llamado XL200, que marcó a Patricia. Desde entonces, soñaba con volver a estudiar en IAE Business School, un objetivo que finalmente alcanzó este año, cuando se inscribió en el Programa de Alta Dirección (PAD). El programa viene siendo una experiencia transformadora para ella, que le brinda nuevas herramientas y perspectivas para gestionar Forcam. “El PAD es muy enriquecedor y estoy fascinada con los profesores”, comenta Patricia.
El viaje a Bariloche, parte del PAD, le permitió conocer mejor a sus compañeros de programa y profundizar en la dinámica de trabajo en equipo. Por ejemplo, puso en práctica nuevas técnicas de feedback, junto al profesor Rubén Figueiredo. “Aprendí que dar feedback a alguien es regalarle algo: decirle cuál fue su comportamiento y cómo impactó en vos”, sostiene.
Profesionalizar la empresa familiar
Patricia lleva muchos años trabajando para profesionalizar Forcam, implementó controles cruzados y las certificaciones ISO 9000. “En 1996, con 25 años, acompañé a mi papá a la fábrica (de Ford) y el director habló de las normas ISO 9000 y desde entonces, quise implementarlas en Forcam”, sostiene y cuenta que eso la llevó a discutir con su padre. “El choque que tuve con mi padre fue que a mí me apasiona aprender y volcarlo”, agrega. El cambio de paradigma llevó tiempo, pero, en plena crisis de 2001, logró avanzar con las normas ISO. “Para certificar las normas ISO 9000, tuvimos que profesionalizarnos”, explica.
“Forcam tuvo un antes y un después con las normas ISO 9000”, destaca. Su liderazgo llevó a la empresa a mayores niveles de eficiencia y calidad, asegurando la continuidad del legado de su padre. “Mi propósito y mi objetivo era continuar la empresa de mi padre”, explica.
Actualmente, Patricia no solo celebra el desarrollo de Forcam, sino también el trabajo en equipo y la satisfacción de sus 135 colaboradores. “Durante más de 20 años, trabajé en que ellos se sientan cómodos y participen de esta familia que es Forcam. Hoy lo he logrado”, concluye.