Emilio Gutter (DPME 2017) - Cofundador de 10Pines
-Su modelo de negocios es distinto y una de las características más importantes es la horizontalidad. ¿Podría explicar cómo funciona la empresa en este sentido?
-Las principales características de nuestro modelo horizontal son ser abierto y participativo. Es decir, hay una transparencia total de la información. Todos pueden intervenir en las decisiones.
Por otro lado, no existen cargos jerárquicos ni una estructura piramidal, así como tampoco áreas de staff o soporte, tales como departamentos de recursos humanos. Las personas trabajan en equipos autoorganizados que se coordinan internamente para cumplir sus objetivos. Esto no implica la ausencia de líderes, pero es un modelo diferente de liderazgo que no está basado en la autoridad del ‘jefe’, sino en el reconocimiento de los pares.
Nuestro negocio es ofrecer servicios basados en el conocimiento donde la calidad depende exclusivamente del factor humano. Gracias a la horizontalidad hemos logrado empoderar a las personas, aumentando el nivel de compromiso con los proyectos en los que trabajan y los objetivos globales de la empresa. En una industria dominada por los millenials desmitificamos muchas creencias asociadas con esta generación respecto a la falta de compromiso y continuidad laboral. Por ejemplo, nuestra tasa de rotación es 5 veces menor al promedio de la industria.
-Otro aspecto importante del modelo es que todos los números de la compañía son abiertos. ¿Qué ventaja encuentran en este sistema?
-Sería imposible tener un sistema participativo y que todos puedan tomar decisiones, sin la información necesaria para hacerlo. Por ejemplo, al contratar una nueva persona, no es posible tomar parte de la decisión sin conocer el salario que se le ofrece y cómo se compara éste con el de quienes ya forman parte del plantel y tienen un seniority similar.
Una consecuencia de la mencionada apertura es un mayor compromiso y una mayor sinergia dentro del equipo. Retomando el ejemplo anterior, dado que todos pudieron participar y aceptar la contratación, el proceso de integración es casi inmediato.
Intuitivamente, mucha gente cree que la apertura de números es sinónimo de conflicto. El tema salarial es sensible y siempre debe ser manejado de forma adecuada, pero al transparentarlo y ponerlo sobre la mesa los problemas que surgen se discuten y resuelven de forma adulta. Esconder las dificultades y tratar al tema salarial como un tema tabú no resuelve el conflicto, por el contrario lo amplifica y genera resentimientos que se van encarnando en la cultura de la organización.
-¿Cómo ve la industria de software en Argentina de cara al futuro? ¿Dónde radica su potencial y qué falta consolidar más?
-La industria de software tiene un enorme potencial, gracias al talento y el nivel educativo existente.
Todavía hay un enorme trabajo por delante. Por un lado, la ley de promoción de software, que vence a fines del 2019, constituyó un gran avance para potenciar la industria, especialmente al sector Pyme. Implicaría un gran retroceso que esta ley no se renueve el próximo año.
También es necesario profundizar la inversión en las universidades. En los últimos años, muchos jóvenes se incorporaron al mercado gracias a carreras cortas, de unos tres años de duración, que comenzaron a ofrecer algunas universidades del conurbano bonaerense.
Finalmente, hay un gran trabajo por delante para construir un ecosistema emprendedor. Nuestra industria tiene un sesgo muy fuerte hacia los servicios por el difícil acceso al capital de riesgo. Ejemplos como el de StartUp Chile podrían servir para impulsar la industria con programas de inversión mixta, público-privada.
Existe un denominador común en estos puntos y es la necesidad de una participación activa del Estado, destinando recursos y definiendo políticas públicas orientadas a impulsar a la industria.