Hay personas que se definen por el “decir”. María Eugenia Cossini, de 48 años, prefiere definirse por el “hacer”. “Realmente creo que lo que uno cree, lo crea. Todo lo que fui creyendo, lo fui creando. Nada me parece imposible. Si alguien pudo, ¿por qué yo no?”, afirma con esa dosis de autoconfianza que contagia a quien se le cruce.
Con ese impulso creativo fundó Austin Eco Billingual School, y se convirtió en una referente en temas de educación y metodologías innovadoras de enseñanza. Estudió neuropsicología y neurolingüística, además del DMPE en el IAE Business School y se certificó en psicología positiva y Management & Leadership en Harvard. Es especialista en educación emocional y social, inteligencias múltiples, Artful Thinking y Agency by Design. Además, es la fundadora y directora ejecutiva de Glia, una consultora que brinda capacitaciones a docentes, líderes y empresas en Latinoamérica.
No le faltaron los problemas y obstáculos. No era la mejor alumna en el colegio, tuvo que navegar el proceso de tener una hija prematura de 900 gramos, y gestionó 17 mudanzas en 23 años de matrimonio. Pero aun en esos momentos difíciles supo sacarle una sonrisa a la vida.
Una alumna encantadora
Cualquiera pensaría que María Eugenia era la alumna 10, la abanderada de su clase. Sin embargo, la oriunda de Campana, provincia de Buenos Aires, cuenta que era una estudiante “normal”, algo vaga, pero “encantadora”. “Me aprobaban en educación física porque tocaba la guitarra en los actos. Era cercana a los docentes, buena persona y eso me facilitó la secundaria”, admite. El desafío mayor llegó cuando se inscribió en el profesorado de inglés del Instituto Joaquín V. González, sin haber ido a un colegio bilingüe.
Eso sí: siempre fue una excelente profesora. Los alumnos hacían fila para tomar sus clases particulares. “Ese era mi don, mi propósito”, afirma la Alumni.
La aventura de fundar un colegio
María Eugenia conoció a su marido dando clases en una empresa multinacional de la que hoy es CEO. Acompañar el desarrollo profesional de su marido, la impulsó –a veces con más ganas que otras– a viajar y a reubicar su hogar alrededor del mundo. En 2006, mientras vivían en Brasil, se compró un libro que le cambió la vida: Padres brillantes, profesores fascinantes. “Ya había nacido mi primer hijo y ninguna escuela me terminaba de cerrar para él. No quería una institución tradicional y este libro describía el colegio de mis sueños”, cuenta.
“Empecé a pensar la escuela y a ponerla en palabras para materializarla, pero no teníamos dinero. Al volver de Brasil nos habíamos hecho una casa en Campana, pero nos mandaron a vivir a San Nicolás y estaba en camino nuestra segunda hija. No teníamos fondos como para construir un colegio y tampoco sabíamos cómo hacerlo. Yo era una simple profesora de inglés de Campana. Entonces, encontré unos terrenos fiscales y fui hasta la Casa Rosada para intentar conseguirlos. Estaba decidida”, relata.
Pero la vida se la puso difícil. Su segunda hija, Camila, nació con apenas 900 gramos. Fueron dos años duros y llenos de sustos, pero Eugenia no se empantanó en el dolor y siguió adelante con su plan de adquirir el terreno para el colegio. En simultáneo, a su marido le surgió una oportunidad laboral en Canadá. “Le dije que si lo del terreno no salía, nos íbamos. Y así fue… de golpe, la compra se frustró y nos fuimos”, explica. “Cuando las cosas no son como yo espero, me dejo fluir, me dejo cuidar por Dios… aun cuando lo desee profundamente”.
Durante su estadía en Canadá, el proyecto del colegio cobró fuerza y corporalidad. Por primera vez, se puso a estudiar lo que realmente la apasionaba y se convirtió en “nerd”. “Sentí un cosquilleo que me llevaba a querer entender más lo que yo quería, lo que estaba buscando en la educación”, señala.
En 2010 abrió sus puertas la escuela Austin Eco Billingual School de Campana. En su búsqueda de metodologías innovadoras, María Eugenia conoció Proyecto Cero, de Harvard, de donde surgen muchas de las nuevas tendencias educativas. De allí incorporó conceptos como cultura del pensamiento; inteligencias múltiples y cómo identificarlas y desarrollarlas; y “Agency by Design”, un método que propone pensar a los estudiantes como hacedores y los anima a prototipar las ideas.
“La meta es la comprensión y el pensamiento. Generar estudiantes que piensen por sí mismos, que cuestionen. La educación se trata más de buscar buenas preguntas que de encontrar buenas respuestas. Un buen educador debería dar menos respuestas y dejar las preguntas abiertas para que sus estudiantes indaguen”, amplía.
De Alumni para Alumni
Entre sus muchos roles, María Eugenia forma parte del board de Alumni. Nunca se hubiera imaginado en 2014, cuando cursó el DPME, que iba a terminar allí. De hecho, su marido la convenció de hacer el programa en el IAE Business School y ella se inscribió, sin muchas ganas. “Hice el DPME con bastante malhumor. Aprendí un montón, pero casi no me hice de amigos”, confiesa.
Varios años después, uno de sus compañeros de camada la vio en televisión hablando sobre inteligencia emocional y la contactó para que participara de un ciclo de interés. María Eugenia aceptó y enseguida la convocaron para dar una charla en el Alumni Day… que acabó organizando ella misma junto con un grupo de Alumni.
“Con el tiempo retomé el contacto con mis compañeros del DPME, ¡y me hice muy cercana a ellos! Un día me llamó Ernesto para invitarme a una reunión del board de Alumni. Yo le dije que si era útil, estaba encantada de formar parte”, relata. Destaca que el board es un grupo “sin vedettes”, en el cual todos son “hacedores”. Investigan los temas del momento antes de organizar los ciclos y se guían por las necesidades de los Alumni. Cada actividad es pensada “de Alumni para Alumni”: “Lo hacemos porque nos apasiona y creemos tener algo para dar. Buscamos generar espacios para compartir recursos que nos sirvan como profesionales y como personas”. Agrega que otro de sus objetivos desde el board es motivar sinergias entre todos los Alumni, más allá de los límites de las camadas.
María Eugenia no frena. Está por lanzar un libro sobre inteligencia emocional y, entre sus nuevos proyectos, menciona también una escuela recién inaugurada en Ezeiza, y nuevos colegios en vías de desarrollo en Bariloche y en Pilar. Además, está planeando la manera de adaptar el método de “Agency by Design” de Proyecto Cero a la cultura latina, para implementarlo en la región. Muchas ideas que pronto dejarán de serlo para materializarse, porque así es Eugenia: una mujer que “hace”.