Existen muchas maneras de analizar la cuarta revolución industrial en la que nos encontramos. El prof. Eduardo Fracchia eligió separarse de lo tecnológico y ahondar en aspectos económicos y sociológicos del contexto actual.
¿Qué va a suceder a largo plazo? ¿Se puede crecer con equidad? Con altas dosis de tecnooptimismo, Fracchia hizo, a vuelo de pájaro, una revisión bibliográfica de la revolución 4.0, que dejó a los más de 150 Alumni conectados vía Zoom con ganas de seguir escuchando.
“El PBI del mundo podría crecer el 1% por la revolución 4.0”
La cuarta revolución industrial no debe ser entendida como una mera colección de nuevas tecnologías (machine learning, blockchain, inteligencia artificial, etc.). Estos “títulos que están dando vueltas”, como definió el profesor, “hacen sinergia entre sí y se conectan, en una dinámica con mucha potencialidad de crecimiento e impacto en la economía global”.
Frente a estos cambios, “el economista en general está formateado para ser optimista y creer que el mercado se ajusta, surgen nuevos empleos y nuevos salarios. Las revoluciones no frenaron el producto a largo plazo”, explicó Fracchia. De hecho, en países como Japón o Estados Unidos, donde afloran los robots, el empleo no decae.
Citó estudios que estiman que el PBI del mundo podría incluso crecer el 1% gracias a la revolución 4.0. “Hasta ahora, la primera y la segunda revolución acarrearon un mayor PBI; la tercera y la cuarta han dado menos”, indicó. Esto se debería a que el mundo “está frío en crecimiento”. Habrá que esperar.
Polarización entre trabajadores calificados y no calificados
Fracchia también se refirió a las transformaciones recientes en el mercado de trabajo, a partir de la 4.0. Los robots no solo están siendo utilizados para tareas repetitivas, sino que “aprenden” a hacer trabajos humanos, cada vez más sofisticados. Hay incluso “corobots” para trabajar en equipo con las personas.
Estas máquinas podrían cuadruplicarse en el corto plazo: están creciendo a tasas muy altas en el mundo. En la región, México se encuentra a la vanguardia, por las plantas automotrices, estimó el profesor.
¿Cuántos puestos de trabajo podrían desaparecer? Hay investigadores que hablan del 45%. “La industria de servicios es carne de cañón para la cuarta revolución. Y los puestos medios son los más sustituibles. No el blue collar, el operario industrial, o el que está en la gerencia”, explicó.
“Con esta revolución se profundiza otra tendencia: la polarización entre trabajadores calificados y no calificados, algo que Trump supo aprovechar en su campaña electoral”, añadió.
Fracchia también mencionó las nuevas dinámicas de trabajo: “Vamos hacia la modalidad de 7 empleos simultáneos. Más freelance, menos dependencia, según lo que dicen algunos futurólogos”. Y, tal como predijo Alvin Toffler en La tercera ola, “el trabajo vuelve al hogar”.
Por otra parte, estamos inmersos en un fenómeno en el cual las empresas más grandes del mundo son plataformas, como Microsoft o Amazon. “Poca chimenea, poco fierro, poco petróleo”, describió el profesor. Estas compañías tienden a ser concentradoras y a producir un “efecto Messi”: un solo jugador se lleva buena plata de todo el mercado del fútbol. Esto repercute en el empleo porque se generan menos puestos de trabajo.
A su vez, lo que sucede en el mundo del trabajo está causando una revolución educativa. Es imperioso preparar a las nuevas generaciones para los empleos del futuro. “La primera revolución industrial influyó en el desarrollo de la escuela primaria; la segunda formalizó la secundaria; la tercera hizo más masivo el acceso a la universidad y ahora hablamos de la formación continua”, explicó Fracchia.
El campo de las STEM será protagonista de esta cuarta revolución en el plano educativo, seguramente.
Una revolución que exige un cogobierno
El coeficiente de Gini –que mide la distribución del ingreso en una nación– “se ha vuelto feo en el mundo en los últimos 40 años”, advirtió Fracchia. En las últimas dos décadas, sin embargo, viene mejorando (a nivel global) porque en China y en India la clase media baja está aumentando. Pero, en general, “los países están complicados en distribución de la riqueza y esto podría agravarse con la revolución 4.0”.
Por esto, y por muchos otros motivos que el profesor mencionó, la actual revolución demanda un cogobierno entre tecnólogos, sociólogos, economistas... Exige una coordinación y una mirada ética.
“La tecnología tiene que ser un puente al bienestar y no un muro”, enfatizó. “Gustavo Beliz habla del sentido humano de la transformación tecnológica. No debemos quedarnos solo con la cuestión operativa”.
Una de las preguntas que respondió el profesor al final de la charla fue sobre el impacto en Latinoamérica de la 4.0, en términos de crecimiento. “Mi primera aproximación es que el crecimiento de la próxima década no va a ser por esto, porque más bien tenemos commodities. Pero la 4.0 podría dar una fuerte envión”, dijo.
“Yo tiendo a ser tecnooptimista, pero vamos a bailar un baile interesante. Quizás no se cumpla eso de que en 20 años todo en Argentina seguirá igual”, concluyó.