El profesor Eduardo Fracchia, el empresario argentino Ricardo Fernández NUÑEZ.-que vive en Kiev- Felizardo Figueroa, Cónsul General Honorario de Lituania en Chile, y Oscar Scarpari, Alumni EMBA 2006 y Director Regional del Área Andina de Techint E&C, hablaron sobre la invasión de Rusia a Ucrania y su impacto en el mundo y la Argentina
El ciclo de interés de mayo se enfocó en un tema poco frecuente para una escuela de negocios: la invasión de Rusia a Ucrania. Los disertantes explicaron las consecuencias geopolíticas, económicas y humanitarias de la guerra e invitaron a los asistentes a reflexionar sobre un hecho lejano pero que impacta en todo el mundo.
El primero en hablar fue el profesor del IAE Eduardo Fracchia, quien abordó el impacto de la guerra en la economía mundial y en nuestro país. “En la Argentina tenemos poca historia de guerra, pero el expansionismo es la circunstancia histórica de siempre, la historia del mundo es la historia de la posesión”, dijo Fracchia al comienzo de su charla.
A diferencia de nuestro país, en el caso de Rusia, la expansión siempre estuvo presente. En este sentido, el profesor explicó que hay un sistema detrás del presidente ruso, Vladimir Putin, que le permitió invadir Ucrania en febrero pasado. “Putin tiene una enorme popularidad, 20 años en el gobierno, fue formado en la KGB y desde hace tiempo dice que esto no camina porque se está metiendo la OTAN y Rusia necesita más contención en la frontera. En 2007, el presidente ya lo había expresado en un discurso”, sostuvo.
Luego habló de los sectores más afectados de la economía mundial por el conflicto: los granos y la energía. “Ucrania tiene una pampa húmeda y Europa depende del gas de Rusia. Son dos temas para prestar atención. Todavía el mundo funciona a base de hidrocarburos. El carbón sigue estando presente, a pesar de que hace años de habla del factor medio ambiental”, resumió.
Por último, Fracchia dijo que nadie sabe cuánto iba a durar la guerra o si iba a escalar. “El europeo tiene más incertidumbre sobre cuánto va a durar el conflicto, mientras que los analistas norteamericanos hablan de una crisis más corta”, dijo.
En primera persona
Después, fue el turno de Ricardo Fernández Nuñez, un empresario cordobés que vive en Kiev, y que contó en primera persona cómo se vive la guerra. Primero, explicó cómo llegó a asentarse en Ucrania. Dueño del grupo vitivinícola Vinos de La Luz -con bodegas productoras en Mendoza, España, Italia y Estados Unidos-, Fernández Nuñez desarrolló en la Argentina el Plan de Ahorro Previo y, en los ‘90, se fue a Polonia a repetir la experiencia. El negocio se expandió a República Checa, Hungría y a Ucrania, donde finalmente se instaló.
Fernández Nuñez explicó que la guerra no es nueva y describió dos acontecimientos importantes para entender el conflicto: “la revolución naranja” y la guerra de Crimea.
La revolución naranja –dijo- consistió en una serie de protestas en 2004 que culminaron con la caída del presidente proruso Víctor Yanukovich, que se había opuesto a la firma de un acuerdo de asociación con la Unión Europea.
“En respuesta a la revolución naranja, Rusia invadió Crimea (Sureste de Ucrania) sin disparar un solo tiro porque allí la población es prorusa. Inmediatamente se levantó otra región del este que se llama Donbas, en donde hay dos provincias, Donetsk y Luhansk. Estas se autoproclamaron ‘repúblicas separatistas’. Ahí empieza la guerra de Ucrania contra estas repúblicas”, explicó.
El conflicto en Donbas dura ocho años, pero los empresarios lo vivían como algo lejano –dijo Fernández Nuñez-. En tanto, el conflicto actual comenzó el 24 de febrero. El empresario contó que había alertas por una posible invasión, pero los ucranianos creían que los rusos no se iban a animar. “En Ucrania están muy orgullosos de lo que tienen y hay mucha rusofobia, que es clave para explicar el conflicto”.
En este contexto, el empresario contó la odisea de evacuar a sus 40 empleados a Polonia. Para finalizar, abordó la cuestión humanitaria y contó que la guerra dejó por ahora 5,5 millones de refugiados, que en su mayoría se instaló en Polonia.
Una mirada desde el Sur
En el segundo panel, Felizardo Figueroa, cónsul general honorario de Lituania en Chile, brindó una charla titulada “una mirada desde el Sur del mundo” y adelantó que daría una visión europeísta del conflicto. “No va ser un conflicto corto por las razones humanas que hay detrás y por la historia de estos países. Voy a explicar por qué este conflicto, no es un tema de territorio sino de política”, sostuvo.
Luego, brindó datos interesantes de Ucrania, un país que tiene 43 millones de habitantes y un 40% de población rural y es una potencia agrícola, similar a la Argentina, productora de maíz, trigo, girasol y soja. A continuación, para dar un poco de contexto, habló brevemente de la OTAN, de la zona euro y el área Shchengen. Explicó que las exrepúblicas soviéticas que se incorporaron en la UE Estonia, Letonia y Lituania crecieron mucho, en comparación con Ucrania, Bielorusia y Moldavia.
“Pienso que Ucrania, un país con bajos ingresos pero con tecnología y gente integrada al mundo occidental, se dio cuenta tarde de que podía participar del mismo club que sus vecinos y creo que los rusos se dieron cuenta de eso”, resumió.
Las consecuencias económicas
Luego intervino, Oscar Scarpari, Alumni EMBA 2006 y Director Regional del Área Andina de Techint E&C, quien habló de las consecuencias económicas de la guerra. “Cuando uno mira el mapa, todo el flujo de energía es de Rusia hacia Europa y si uno ve el mapa de reservas de gas, el Donbas tiene muchísimas reservas. Una fuente alternativa al gas ruso podría haber sido esta, pero está en manos rusas. Mi opinión personal es que Putin va ganando la guerra porque está asegurando la única fuente de gas europeo de acceso rápido”, dijo.
Según el ejecutivo, esto está teniendo un impacto fenomenal. “En el mundo el costo de la energía se multiplicó por diez en algunos lugares. Esta inflación de la energía se ve en todos los productos industriales en países de Latinoamérica, como Chile y Colombia, e incluso en la Argentina, un país diseñado genéticamente para la inflación”.
De acuerdo con Scarpari, en este contexto, puede haber una oportunidad para la Argentina porque puede ser que el mundo empiece a pensar opciones alternativas al gas ruso o a los minerales que exportan Ucrania y Rusia, como el níquel. “Exportar gas es complejo, pero al menos podríamos exportar fertilizante”, dijo, pero agregó que para eso el país debía lograr estabilidad política. Por otro lado, las sanciones económicas a Rusia están cambiando el flujo del comercio –agregó el ejecutivo- y eso se ve en el precio de los fletes para la logística internacional que se multiplicaron por cuatro.
Luego Figueroa volvió a tomar la palabra y dijo que una de las claves del conflicto es que Rusia teme porque la democracia está a la vuelta de la esquina y trae prosperidad. “Si todos sus vecinos están conectados y ellos no, es un alarma”, resumió.