Luego de la recesión, las perspectivas lucen favorables para el país vecino, aunque todavía debe resolver su crisis institucional marcada por hechos de corrupción
Por Eduardo Fracchia
Es oportuno después de la crisis pronunciada en actividad e instituciones ver cuáles son las expectativas macroeconómicas de Brasil. Se trata del principal socio comercial de la Argentina con el que tenemos un desequilibrio comercial considerable desde hace años. El déficit comercial pareciera crecer. Para la Argentina el crecimiento de Brasil es un punto de enorme relevancia para consolidar el proceso de expansión. Por otra parte, dicho crecimiento al que se suma un tipo de cambio bilateral relativamente estabilizado puede fortalecer además el proceso de integración del Mercosur aumentando el flujo de comercio entre los dos principales países del bloque.
La economía de Brasil, después de varios años desde 2002 de baja perfomance en los que la administración de Lula, a pesar de las críticas de su propio partido, reafirmó con convicción su postura ortodoxa, está tomando un ritmo modesto de expansión con disminución de la desocupación. El contexto mundial es favorable para Brasil ya que la tasa de interés de la Fed es muy baja y los precios de los commodities son razonables. ¿Todo está dado para reeditar otro milagro económico como entre los 50 y los 70? Es mucho decir. En buena medida depende de la continuidad de las políticas del nuevo gobierno que debe ser electo a la brevedad.
Los temores de un aumento del nivel de precios están contenidos por niveles todavía razonables en la tasa de interés de referencia (Selic). La combinación de políticas monetarias y fiscal contractivas, por la exigencia de números fiscales mejores es desafiante. Supone un esfuerzo sustancial y prolongado, aunque aparentemente compatible con la promesa de esta gestión de un mayor crecimiento económico. La mejor distribución del ingreso y la mayor ocupación que están presentes en la campaña electoral de Lula, el ex sindicalista de San Pablo que lidera los sondeos.
El importante esfuerzo fiscal sumado al control de otras variables clave influye en que el riesgo país esté bajo control. ¿Cómo evolucionará el principal país de la región que fue en su momento el alumno predilecto del Fondo Monetario y de la comunidad financiera? Esta pregunta es clave para Brasil. La amenaza estructural de una deuda pública indexada ha disminuido. Mejoró claramente la estructura de la deuda alargando plazos y reduciendo tasas (los servicios de la deuda sobre el PIB se redujeron), el nivel de endeudamiento se contrajo. Está ganando gradualmente el test de confianza en los mercados. Está de moda apostar, aunque sean pocas fichas, por Brasil.
Durante la administración de Lula se pasó de una tasa de inflación de 15 % a menos de 4% y la actual administración se ha comprometido a una inflación menor y lo ha conseguido. La crisis política que enfrentó el gobierno de Dilma tuvo efectos económicos. La política de fuerte ahorro fiscal con congelamiento del gasto público para disminuir tanto el peso de la deuda como la inflación está en marcha.
El actual tipo de cambio está de acuerdo con una ortodoxa política de “inflation targeting”. Genera ciertas resistencias en el núcleo duro de los industriales de San Pablo donde el desempleo es elevado. La presión tributaria consolidada luce excesiva para el sector real. Con este tipo de cambio se vuelve más atractiva la inversión extranjera directa que está en niveles razonables, menores a los de los 90, cuando se hicieron las privatizaciones. El crecimiento es la gran asignatura pendiente del Brasil. Su tasa de expansión ha sido un tercio de la chilena en los últimos 25 años.
Hay mucho potencial de recursos naturales y de capital humano para que una de las cuatro “economías BRICS” (las de mayor potencial de crecimiento) pueda sostener niveles de expansión del PIB que permitan cumplir con las metas fiscales.
Se cree que para el período próximo del nuevo gobierno, Brasil va a alcanzar una tasa de crecimiento de 2,5% promedio. También se espera que la tasa de interés Selic siga en este nivel dada la nueva visión del actual Ministro de Economía. En definitiva perspectivas promisorias para el líder de la región pero todavía con la preocupación de como sortear una crisis institucional tan marcada por hechos de corrupción y como reinventar un nivel de actividad que viene muy golpeado.