El emprendedor Santiago Siri se autodefine como “un joven de 40 años que se dedica a programar hace 30 años”. Desde muy joven, se sintió atraído por la tecnología y cómo esta puede transformar la sociedad. Actualmente, se dedica a entrenar, educar y capacitar a personas sobre la revolución tecnológica que estamos viviendo.
A lo largo de su vida, Siri fue testigo de varias olas tecnológicas. “Nací con el auge de la computadora; luego vino internet. Más tarde, el bitcoin, que revolucionó el mundo monetario, y ahora estamos en la era de la inteligencia artificial”, comentó a Revista Alumni. Si bien cada una de estas olas tuvo un impacto significativo en la sociedad, Siri cree que esta última es especialmente transformadora porque afecta de manera transversal a todas las áreas. “Hoy nadie puede prescindir del uso de la IA”, explicó. A su juicio, esta tecnología tiene el potencial de ser aún más grande que la revolución de internet, por lo que es esencial discutir sus implicancias éticas y sociales desde ahora.
En cuanto al desarrollo de la Argentina, Siri destacó el potencial del país en el sector de IT. Con la experiencia de haber vivido los últimos cinco años en España, sostuvo que la capacidad de innovación tecnológica argentina está muy por encima de lo que vio estos últimos años en Europa. “España es un país generoso, pero es una sociedad del confort, con menos riesgo y menos innovación tecnológica”, dijo. En contraste, en la Argentina, donde las condiciones son más adversas, hay un hambre de innovación que ha llevado a logros significativos en tecnología. “Argentina tiene un talento informático notable que puede posicionar al país en el escenario global, siempre y cuando la política acompañe con buenas prácticas”, afirmó.
Para lograr que el desarrollo tecnológico llegue a la agenda pública argentina, Siri planteó que se necesita una renovación generacional en la política. “La generación online de Argentina ya es la gran mayoría de los votantes. Es cada vez más imperioso que haya una renovación generacional y que se puedan empezar a incorporar, en los procesos burocráticos y de gobernanza, formas de pensamiento y atención al ciudadano más inteligentes y agiles, como puede traer la inteligencia artificial. Estamos en un punto de inflexión”, consideró.
El futuro de la educación
“En el contexto de pensar los negocios y servicios del futuro, creo que es imprescindible tener una actitud del hombre renacentista, un todo terreno. El trabajador del futuro tiene que ser alguien capaz de moverse con comodidad en cualquier ámbito”, dijo al ser consultado sobre las habilidades que requerirá el trabajo en el futuro. “La IA es un avión para la mente”, ilustró. Para poder sacarle el mayor jugo, debemos tener “la inquietud y la curiosidad para incorporar esas capacidades”.
Siri, que es papá de una hija de casi seis años, trata de meterse en sus mundos. “Los chicos son capaces de todo; hay que acompañarlos en esos mundos que son también nuestros mundos”, consideró. “Como padre, me encantaría que mi hija se entusiasme con la programación y en el desarrollo de sistemas. Pero los chicos tienen su personalidad, su libertad. Muchas veces ellos nos enseñan más a nosotros que nosotros a ellos. Los chicos del futuro tienen que desarrollar el musculo de la curiosidad. Si desarrollan eso, estudien lo que estudien van a estar bien”, sostuvo.
El futuro de la democracia
Siri también reflexionó sobre el papel de las instituciones democráticas tradicionales en el contexto de la IA. Estas enfrentan el desafío de incorporar nuevas tecnologías para seguir siendo relevantes y beneficiosas para la sociedad. Las tecnologías emergentes tienen el potencial de transformar la manera en que interactuamos con estas instituciones, ofreciendo oportunidades para mejorar la eficiencia, transparencia y participación ciudadana en los procesos democráticos. Según él, es un tema que merece una profunda reflexión y debate para asegurar que estas herramientas se utilicen de manera ética. “Las instituciones tradicionales tienen mucho que ganar con la incorporación de las herramientas tecnológicas. Si no las incorporan, estas herramientas van a construir su propia institucionalidad con otra legitimidad”, concluyó.