Esteban Wolf tiene una amplia experiencia como emprendedor. Durante más de 30 años trabajó en empresas de diversos tipos y realizó en dos oportunidades el DPME de IAE, lo que le permitió conocer el mundo de las compañías en profundidad y puntualizar su mirada sobre la Argentina.
Wolff comenzó a trabajar a los 12 años y para los 18 mantenía a su familia. “Ahí empezó mi vida como emprendedor”, recordó. “Tenía una empresa que daba servicios para computadoras, pero no eran las de hoy. Eran equipos muy grandes”, contó.
Sin embargo, según su relato, esa compañía no funcionó y luego pasó a otros rubros, desde una firma de barcos, una empresa de retail farmacéutico hasta una fábrica de helados –donde aún trabaja- que exporta a distintos países, Chocorísimo.
Su visión sobre el emprendedurismo
A la hora de analizar su propia experiencia, Wolff no duda. “Soy un fracasado serial”, define. “Fracasé hasta que lo intenté y tuve éxito. Hice 9 compañías, de las cuales, solo las últimas tres fueron exitosas. Fui un laburante, un sobreviviente y me puse a crear compañías. En las primeras me fue mal por no saber del mercado”, consideró.
Y aconsejó principalmente a los emprendedores no depender de los estudios de mercado, sino tener una visión “en la calle”. “Es manos a la obra. Es andá y hacelo. No hay mejor cosa que la pasión de un emprendedor. No hay en el mundo esa fuerza. Es imbatible”, reflexionó.
Asimismo, también reconoció que existen varios factores que dificultan el trabajo de los emprendedores. “En 2003 analizaba mi segunda compañía y decía que Ingresos Brutos era un impuesto a la venta. ‘Tengo que pagar antes de cobrar’, le decía a mi contador. Me parecía absurdo. Un emprendedor que le vende al Estado tiene que pagar Ingresos Brutos antes de que el Estado le pague a él”, opinó. Y añadió: “30 años después sigue pasando exactamente lo mismo”.
“En definitiva, no tenemos gobiernos que busquen mejorar seriamente para tener una política a largo plazo para empresas que exporten. No hay un solo presidente que haya hecho una política a largo plazo para lograr la balanza comercial. Tenemos el país más ineficiente y burocrático para exportar. Cada vez que tengo que exportar un producto tengo que hacer 17 tramites, pagar análisis obsoletos, llamar a funcionarios para que firmen cosas y cuando vas a quejarte te dicen que se manejan bajo una ley de 1974”, narró el representante de Endeavor.
Además, puntualizó sobre la necesidad de generar empleo genuino. “Para salir adelante la gente tiene que tener trabajo porque por más que la gente esté contenta necesita sentirse útil y digna. El 65% del trabajo es generado por las pymes y a eso hay que ayudarlo para que cree fuentes de trabajo”, dijo. Y recomendó: “Para crear valor, transformen los productos, las materias primas y exporten servicios y calidad”.
Las oportunidades en la Argentina
En este sentido, Wolff también destacó el potencial de los trabajadores de la Argentina. “El país tiene una materia prima de emprendedores increíble y no lo aprovechamos. Es una cuna de inventores y emprendedores, pero no lo ayudamos”, señaló.
“Este es el mejor país del mundo para aprender y el momento es ahora. No importa el gobierno de turno, el Ministro de Economía ni el Presidente. La Argentina es uno de los mejores países del mundo para emprender. Yo quiero vivir acá con mi mujer Marisa y mis cinco hijos. Tengo familia y amigos que se fueron afuera y yo me quedé para que mi vieja pueda ver a sus nietos. Me gustaría que honremos a esos abuelos que vinieron a hacer la América. Hagamos de la Argentina un lugar para vivir y para que se sientan orgullosos de que pudimos transformar un país e ir para adelante”, sostuvo Wolff.
Su paso por IAE
El empresario de Endeavor también tuvo un paso por IAE Business School. “Soy el único alumno que hice el DPME dos veces”, sentenció, entre risas. “Lo hice en 2002 la primera vez y era chiquito. Tengo 49 años y era un flaco sin mucha experiencia. Recién empezaba una de mis primeras compañías y Endeavor me ayudó a hacer el curso. Use mucho el DPME número uno como estudio de campo. Era un laboratorio para mi compañía”, recordó.
“Después en 2012 o 2013 un socio me dijo que quería hacer el DPME y yo le dije que lo acompañaba. Sentía que me iba a servir para aprender la otra parte. Para ese momento ya tenía 300 empleados y la primera vez solo 10. Era como hacer el master del master”, expresó.
De esta manera, resaltó que con IAE alcanzó un gran nivel de superación. “Te cambia la cabeza. La metodología de casos me parece brillante. El contacto con los profesores. Podes hablar de todo sobre tus empresas, interactuar. Para un empresario pyme lo que más importa son las redes sociales y lo que podés aprender de los otros. El IAE es una experiencia única para los alumnos”, concluyó.