El fenómeno emprendedor es siempre complejo, multifacético y multidimensional y requiere: existencia de individuos con habilidad y motivación para comenzar un negocio, percepciones sociales positivas, existencia de oportunidades y un contexto institucional, político y económico que lo estimule y lo promueva.
Justamente ese contexto es "el oxígeno necesario para que respiren y crezcan los nuevos emprendimientos, para que las pequeñas empresas puedan innovar y crecer y para que las grandes empresas puedan ser competitivas y globales”
Hace 20 años no existía en Argentina una conciencia colectiva sobre este valor de los emprendedores en el desarrollo del país, como si ocurría en los países más desarrollados del mundo donde la promoción de la actividad emprendedora, el respeto a la propiedad privada, la libertad de crear y generar valor, empleo y riqueza y la potenciación del tejido empresario eran ya políticas de estado.
En estos 20 años se han desarrollado una gran cantidad de iniciativas a nivel privado, académico y público para promover y consolidar este ecosistema. Todo ello a pesar de los fuertes impedimentos en el sistema político e institucional, agravados por la falta de reglas claras que trabaron el acceso al capital, los efectos de una macro y micro economía deteriorada, problemas crecientes por falta de inversión en infraestructura energética, de telecomunicaciones y física, la alta y constante inflación, la falta de confiabilidad del país para recibir inversiones externas, y las trabas regulatorias al libre comercio que han generado fuertes inconvenientes al desarrollo emprendedor, sobre todo en los últimos 15 años.
Pero esta situación ha comenzado a cambiar. En este último año se ha logrado instalar el tema del fenómeno emprendedor nuevamente en la agenda pública. Hoy el país vive un momento histórico. Se nos presenta una oportunidad única para consolidar una actividad emprendedora y empresaria innovadora, competitiva, ética, socialmente responsable y pujante. Debemos para ello revertir la tendencia de nuestra sociedad que confía en el Estado como el único “protector y benefactor social”, y desconfía del valor de la iniciativa privada, del esfuerzo del empresario honesto, competitivo y eficiente como gran motor de prosperidad junto a un Estado fuerte pero subsidiario. Esta odisea requerirá mucho coraje, espíritu colaborativo y convergencia de intereses entre lo público, lo privado y la sociedad civil.
El gobierno nacional y muchos gobiernos provinciales y municipales están poniendo en práctica programas de gobiernos tendientes a promover y sostener el ecosistema emprendedor.
El mundo está viviendo un momento especial de la historia. Los cambios vertiginosos y exponenciales, producidos por la globalización, el desarrollo tecnológico, y sobre todo el impacto de la Inteligencia Artificial están modificando en forma revolucionaria la forma que tenemos las personas de comunicarse, relacionarse, trabajar, educar, hacer negocios, gobernar, combatir la pobreza , mejorar la salud, y crear empresas. Tanto a nivel local como global, existe un creciente interés por el fenómeno emprendedor, que ve al cambio como algo saludable y a la innovación como la forma de generar valor para la sociedad.
Sin la creación de nuevas empresas es difícil imaginar que estas nuevas tecnologías disruptivas puedan penetrar la economía. El emprendedor es así el protagonista de una modificación de la realidad a la que agrega un nuevo valor desde cualquier lugar del mundo, creando empresas innovadoras que exportan al mundo, invierten en investigación y desarrollo, introducen nuevos productos, mejoran procesos de producción, importan tecnología y atraen capital, y no sólo crean nuevos empleos, sino mejores empleos.
Según el estudio GEM Argentina ha generado en estos 17 años una gran cantidad de emprendedores pero presenta dificultades en la calidad de esos emprendimientos, en la tasa de sobrevivencia de sus proyectos, así como en la percepción de oportunidades para emprender que tiene la población. El difícil contexto ha influido para que los proyectos tiendan a tener corta vida salvo aquellas excepciones donde hay un potencial muy marcado.
La inestabilidad política y macro económica experimentada se manifestaba hasta 18 meses en la pérdida de confianza, y escaso flujo de inversiones que impedían el crecimiento y consolidación de la actividad emprendedora. Esto se veía reflejado también en la cantidad de participantes de la investigación que declararon tener miedo al fracaso a la hora de emprender
Cabe recordar que una alta tasa de actividad emprendedora no representa por si sola una mejor calidad del fenómeno emprendedor. De hecho los países más desarrollados cuyas economías están basadas en la innovación presentan tasas de actividad emprendedora en etapas tempranas no mayores al 10%. Pero más del 80% de esos emprendedores están motivados por oportunidades y sus aspiraciones en términos de creación de empleo, innovación e internacionalización son superiores a las de países menos desarrollados con altas tasas de actividad emprendedora. La prevalencia relativa de la actividad emprendedora motivada por las oportunidades frente a la motivada por la necesidad proporciona una visión útil de la calidad de la actividad emprendedora de fase temprana en un país determinado. La motivación que impulsa a los emprendedores a iniciar negocios es tan importante como el nivel de actividad emprendedora en los países. Es mucho más deseable que estén impulsados por la oportunidad que por la necesidad, ya que los emprendedores impulsados por oportunidades suelen prosperar en un entorno más propicio caracterizado por condiciones favorables del marco emprendedor.
La buena noticia es que el GEM también refleja que los emprendimientos en Argentina son cada vez de mejor calidad y potencial de impacto. Estamos entrando en una nueva etapa en que las políticas públicas tienden a sostener y promover los grandes pilares de un ecosistema emprendedor que permita liberar la iniciativa privada pujante e innovadora que traerá creación de empleo, reducción de pobreza y desarrollo inclusivo.