El camino hasta el PHD, un proceso intenso y de autoconocimiento
Por María José Murcia
El camino hasta obtener el PhD arranca en 2012, en la cursada del MBA full time en el IAE. Si bien siempre he disfrutado muchísimo la vida universitaria, fue ahí, a partir del ejemplo de mis profesores, que se manifestó con toda claridad la vocación académica. El ver los profes funcionar era alucinante, y soñaba algún día con poder compartir esa misma profesión.
Durante ese año (2012), me tome el tiempo para charlar con muchos de los profesores que pasaban por el aula del MBA. Les pregunte sobre sus trayectorias, sobre cómo habían llegado al lugar en donde estaban. También les dije a muchos de ellos cuanta ilusión me hacia ese tipo de carrera. Y llegado el momento, al final del programa, ¡parecía que me habían tomado en serio! En diciembre de 2012, me ofrecieron dictar un curso para la promoción 2013 del MBA y sumarme al IAE como colaboradora científica. Como quien dice, “el sueño del pibe” (o, mejor dicho, ¡de la piba!).
Los dos años de colaboradora científica fueron super intensos, aprendiendo los rudimentos de cómo funciona una escuela de negocio, cómo se hace investigación en Management. Asimismo, esos años fueron como una ventana al “mundo profesor”: al trabajar con varios de ellos, sea en proyectos de investigación, escribiendo casos, o colaborando con cursos, tuve la posibilidad de mirarlos un poco más de cerca, y así enamorarme más de la profesión.
En cuanto más convencida estaba de seguir la carrera del profesor, el próximo paso sería el Doctorado. Para mejorar mi perfil a la hora de aplicar a programas de PhD así como mis habilidades de investigación, entre 2013 y 2015 me puse a tomar los cursos básicos de la maestría en Econometría en la Universidad Di Tella. ¡Fueron años de locura! Trabajo full time en el IAE y a eso sumarle unas cuantas noches de cursada y de preparar los exámenes internacionales que te permiten aplicar a programas de doctorado en el exterior. Ahí sudamos la gota gorda, pero finalmente los esfuerzos rindieron sus frutos: lo que aprendí en Econometría me sirvió para sacar adelante mi tesis mucho más rápido.
Finalmente llego el momento de mandar las cartas de aplicación y esperar… ¡La dulce espera! Después de muchos no, finalmente se abrió la puerta de UBC. ¡Comenzaba la aventura! En Agosto 2015, partía de Buenos Aires hacia Vancouver.
Los años del Doctorado han sido de los más lindos de mi vida, no paro de agradecer por ello. Desembarcar en UBC no solo me permitió formarme en una de las instituciones más importantes de Canadá, líder en temas de Sustentabilidad (que me apasiona), sino fundamentalmente rodearme de mentores, verdaderos maestros. Ellos supieron no solo “apretarme las tuercas”, sino que me dieron una inmensa confianza y alas para crecer no solo en lo profesional, sino también en lo personal. Un capítulo aparte se lo tendría que dedicar a mis compañeros de cohorte. Cuánto aprendí de esas charlas interminables, siempre con alguna bebida espirituosa de por medio.
Al escribir estas líneas me acuerdo de algo que nos repetía el gran Profesor Eduardo Fracchia durante el MBA. Solía decir que “el Master es como un retiro espiritual”. Cuanta verdad, cuanto más cierto en el caso del PhD. Es verdad que el MBA es un proceso intenso, pero el PhD es como la versión “extra large”.
Es una oportunidad para conocerse, no solo en sus limitaciones, pero también en descubrir cuál es ese aporte único que uno trae consigo y puede poner al servicio de otros para multiplicar por muchos miles. Durante el PhD no faltan ocasiones donde uno se ve desafiado, por momentos un poco desorientado y desanimado. Pero esos momentos esconden grandes tesoros. Solo hay que estar dispuesto a usar esa misma determinación que te lleva seguir formándote, a la enorme tarea de trabajar sobre uno mismo.
Durante estos meses previos a la ceremonia formal de graduación (que tendrá lugar en noviembre), tengo la enorme alegría de poder extender y consolidar los vínculos con colegas de UBC, a partir de cursos que me han invitado a dictar y una serie de proyectos de consultoría e investigación a los que me han invitado a trabajar por acá.
Sepan disculpar, pero mi corazón es hoy por hoy mitad canadiense. Pero eso me priva de ilusionarme con la vuelta al IAE como profesora a fin de año. Falta cada vez menos y no me quepa duda que será otra gran aventura.