En el management hay una subdisciplina en recursos humanos que trata del cambio en las organizaciones. Argentina es una organización que está en este proceso difícil para las empresas y más complejo para un país. Macri habló mucho en su gestión y después del cambio cultural del país. La determinación por cerrar la brecha fiscal va en línea con solucionar los temas estructurales de raíz, es una parte relevante del cambio. Las ideas impulsadas por Federico Sturzenegger de barrer con la estructura corporativa y prebendaria del país suman al cambio. En la visión de este economista, Argentina es enormemente estable en cuanto a la cultura corporativa y rentística. El ejemplo de los dirigentes sindicales con una media de 40 años en su cargo es un ejemplo elocuente del que esperemos sea el “ancien regime” en términos de la corrupción y el bloqueo corporativo previos a la revolución francesa.
La actividad económica está deprimida después de la recesión del año pasado muy impactada por la mala cosecha. Solo las exportaciones empujan en 2024 con precios internacionales bastante moderados. Es una suma menor que no mueve el amperímetro, se trata de una economía cerrada desde la década de 1940 con poco protagonismo exportador. El consumo caerá por el salario real muy atrasado, por un gasto público en contracción y por una inversión todavía esperando incentivos para llegar a un ratio razonable en términos de producto. Hay sectores que suman como la pampa húmeda, Vaca Muerta, litio, cobre, turismo, servicios basados en el conocimiento, pero es un aporte marginal a corto plazo. Después de 2030 cambia el asunto.
La inflación pasando por su peor momento después de la devaluación en medio de un programa de estabilización que no es integral ni está claro en sus fundamentos. Está implícito en la filosofía de este esquema para no llamarlo Programa el aporte del ancla cambiaria, la continuidad de la base monetaria desde diciembre, la apertura y la reducción del déficit fiscal a cero. Falta más ancla política que pueda influir sobre las expectativas. La que le dio Menem al Programa de convertibilidad. Se espera una inflación de 250-280% para este año, 70-90% para 2025 y 30-40% para el 2026. Es un sendero difícil que podría alcanzar recién la inflación internacional en un segundo mandato. Milei dice dos años para bajar la inflación pero parece poco probable, la convertibilidad se tomó cuatro.
La brecha cambiaria se redujo fuerte en estos dos meses de $350 para el oficial y $1200 para el blue pasamos a $800 y $1000, respectivamente. Expresa confianza esta reducción. Se espera una devaluación de 120% este año, la mitad que el salto inflacionario. El tipo real de cambio de los paralelos baja en forma sustantiva. Un dólar compra muchos menos bienes y servicios que en octubre pasado en medio de la caótica economía kirchnerista.
La reducción de gasto público se hace con el apretón monetario pero básicamente con licuación como con Massa. Pierden ingreso real los jubilados, no está claro un bono de compensación en el verano. La cláusula de ajuste que procura estabilidad en los ingresos previsionales aún no se implementó. El haber mínimo es muy bajo en relación a la canasta alimentaria.
Otro frente complejo es tarifas con una marcada convicción de sincerar en la que fracasó el tándem Aranguren Macri. Es un tema sensible, recordemos el aumento de subtes en Santiago de Chile, la reacción popular de Brasil y otros focos de rebelión. El ajuste es necesario pero con este deterioro salarial duele más frente a una región AMBA muy empobrecida. Ajuste a provincias muy decidido sin margen de negociación que le hacen extrañar al interior federal el tratamiento preferencial de Macri. Además impuestos como las retenciones, criticados por el espacio libertario, pero siempre funcionales a la caja fiscal como el impuesto país. Moratoria y blanqueo suman al ajuste fiscal junto a la caída del ingreso real de los empleados del sector público nacional.
En la visión de Milei el Estado es una organización criminal, es el enemigo. No va en línea esta concepción con las democracias de mayor ingreso per cápita donde el Estado tiene un rol protagónico. Achicar al estado no es agrandar la Nación. Es cierto que nuestro Estado es ineficiente y corrupto pero hay mucho margen para su saneamiento. La reactivación es vital para pensar en el sector real y en el crecimiento y para no quedar atrapados en ajustes.
La política es clave en este cambio ambicioso y necesario que encara Milei. Es el 80%, la economía corre de atrás con un 20% de protagonismo. El partido se juega en evitar retrocesos de negociación como el de la ley ómnibus que desaprovechó lo conseguido cuando se debatió a nivel general. Es clave asumir que la gobernabilidad está frágil en diputados, en senadores, en sindicatos, en la calle que sufre el ajuste con paciencia pero que se puede agotar con 10 años de estancamiento, en los medios de comunicación y quizás en la Corte que frene decisiones.
La política se refuerza si el Pro, dirigido por su fundador, se fusiona con LLA, es una operación difícil. Fracasó con la Alianza y con Juntos por el Cambio. Egos, diferentes visiones y tensiones al interior del Pro con un ala larretista que no entiende la agresividad sin diálogo de Milei y quiere ir más por consensos propios de líderes como Merkel, Obama o Mandela.
La línea de Milei se asocia con Trump que parece ganador en noviembre, con Bolsonaro bien vigente en Brasil, con el Estado de Israel, con Vox en España, con Meloni en Italia y con Estados Unidos. El mapa de espacios políticos se va moviendo hacia la elección de medio término. Se identifican los jugadores fusión PRO-LLA que lleva adelante las ideas de la vieja UCD de Alsogaray, peronismo K con dirigentes de baja capacidad, peronismo no K muy heterogéneo (sindicalistas no progresistas, interior del país, menemistas, conservadores populares, etc.), UCR bien en baja desde la ida de De la Rúa pero con territorio, izquierda bien marginal.
La confianza es la clave para esta transformación, la vimos en 1991 en la dupla Menem y Cavallo, y en el 2003 en el tándem Néstor Kirchner y Lavagna. Dos oasis de expansión en los oscuros años de la economía bajo democracia.
La dolarización sigue en la agenda, aunque hacerse ahora luce imposible porque solo se sumaron U$S 7000 millones a las reservas, cifra muy baja. Quedan con el régimen dolarizador contraindicaciones que ya hemos comentado en otros informes. La profesión no apoya esta decisión a nivel mundial, la receta es de un grupo marginal de académicos. El Fondo apoyará a Milei, es más afín a su ideología que el populismo K. El riesgo país en torno a 2000 p.b. expresa que no hay confianza aún, aunque el mercado empieza a creerle a Caputo por su esfuerzo fiscal.
Para la agenda empresaria es clave surfear la inflación, aprovechar en lo posible la recesión, hay mucha literatura al respecto, convivir con la tensión de una puja distributiva creciente donde se impone una cercanía mayor con la gente y una cuota diferente de solidaridad. Esperemos que el cambio pueda concretarse. La meta es emular a las economías de la región salvo Venezuela, no es tan lejana. No aspiramos a Irlanda. Con Latinoamérica es suficiente. Si sale mal es preocupante porque el peronismo K juega con las negras y puede volver. Este partido se define en la política, en las negociaciones y en los consensos.
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