Santiago Leber, DPME 2014, trabajó 14 años en relación de dependencia hasta que encontró una oportunidad de negocio en el mercado de comida celíaca. Ante la escasez de oferta, decidió traer al país la marca uruguaya Blue Patna, que ahora vende en Buenos Aires y en el interior a través de 100 distribuidores. Este año decidió sumar un nuevo producto, leche de vegetales, que, según dice, es tendencia mundial.
“Decidimos producir leche de almendras. La aceptación fue muy buena, superó las expectativas. Yo pensaba que íbamos a vender 300 mil litros en el año, pero vamos a terminar duplicando esa cifra”, cuenta el emprendedor de 38 años.
Su trayectoria profesional comenzó luego de recibirse de ingeniero industrial en la UCA, donde entró a trabajar en QMI Argentina, una empresa de tratamiento de agua para la industria. Dentro de sus tareas, hacía poco de ingeniería, pero comenzó a interiorizarse en la parte comercial.
Luego trabajó nueve años en CMPC, un holding chileno dedicado a la fabricación de bolsas de papel para la industria, principalmente bolsas para cargar cemento o alimentos para perros. Mantuvo el mismo cargo de ingeniero de ventas, que incluía ver clientes en la Argentina, Paraguay y Uruguay.
“A fines de 2013, en forma paralela al trabajo, empecé a desarrollar el emprendimiento de traer la marca uruguaya Blue Patna, que es muy reconocida. Tienen una variedad de oferta que incluye fideos, galletitas, dulce y ensaladas sin gluten para la persona celíaca. Empezamos a crecer y a expandir la empresa en Chile y Perú”, cuenta.
Pero realizar los dos trabajos en forma paralela duró poco. “A los pocos meses vi que había un potencial importante y entonces tomé el paso de salir de la papelera. Pasar de trabajar en relación de dependencia a emprender es muy difícil. Uno tiene todos los beneficios de ser empleado y sale de esas comodidades a emprender, pero estaba convencido de lo que hacía con lo que veía”, agrega.
La empresa que fundó se llama Tratenfú, si buen cuando comenzaron el nombre de la compañía era Zero Gluten. “Hace 10 años no había tanta oferta de productos para celíacos. Hoy hay muchos fabricantes y productos nuevos, y las grandes empresas comenzaron a certificar libres de gluten. El emprendimiento nació como una posibilidad de desarrollar un nicho”, indica, y explica que los productos son caros por un tema de economía de escala y “por avivadas de la gente”.
“Hay un poco de todo. Si se compara con el mercado de fideos de trigo, donde se fabrican millones de toneladas, los costos son mayores”, señala.
El desarrollo de la leche de almendras
Con una inversión inicial de 100 mil dólares, Santiago y sus dos socios, José Ramón Lanusse Freixas y Sebastián Piazza, decidieron desarrollar el mercado de leches vegetales, que tienen un aspecto similar a la leche de origen animal, pero no son productos lácteos.
“En uno de los viajes a Chile y Perú vi que afuera estaba muy desarrollado el mercado de leches vegetales en tetra pack. En la Argentina, en cambio, no estaba nada desarrollado, sólo se conseguía la botellita de vidrio y sin pasteurizar. El vencimiento era muy corto y tenía el limitante de la cadena de frío”, dice.
“El desarrollo nos llevó un año y medio, donde tuvimos que ver a los distintos proveedores, hacer pruebas, degustaciones y formulación del producto, hasta que pudimos salir a vender. Envasamos por primera vez en febrero de este año y salimos al mercado en marzo. Nos convertimos en el primer fabricante de leche de almendras en tetra pack”, sigue.
Las almendras son importadas, ya que, si bien la Argentina es productora, no es un gran jugador como Chile y Estados Unidos, donde se consiguen almendras grandes.
Luego de visitar plantas industriales durante 10 años, y al tener desarrollado el canal comercial con más de 100 distribuidores, lanzar la leche de almendras fue como incorporar un producto nuevo a su cartera, lo que le permitió alcanzar un gran volumen de ventas y aspirar a una facturación anual de $40 millones.
“Nosotros proyectamos esos valores, pero depende de muchos factores. El país te puede salir con cualquier cosa, como lo que pasó con el tipo de cambio y la suba de la tasa de interés. Vimos que había una necesidad insatisfecha, no había leche de almendras de larga vida. Es una tendencia que se viene. En Europa y en Estados Unidos está muy desarrollado”, comenta.
Sobre el DMPE que realizó en el IAE, Santiago dice que le “gustó mucho, no solo por los conocimientos técnicos que uno renueva, sino porque se aprenden muchas cosas nuevas”.
“El valor mayor es el relacionamiento con la gente. Uno se llevó un montón de amigos y contactos o colegas. Me sigo hablando, veo la problemática de ellos y cuento la mía. Eso es lo más importante que me dejó”, dice.
Finalmente, entre las diferencias que encontró entre trabajar en relación de dependencia y emprender, dice que la primera es fundamental para aprender procedimientos y metodologías, que después ayudan a uno a emprender. “Uno sale con un conocimiento teórico de la facultad. Trabajar en una empresa es muy importante para absorber todos esos conocimientos y para después plasmarlos en lo tuyo”, concluye.