El segundo panel del ciclo “Nuevas formas de trabajo: ¿Cómo implementan las empresas estas tendencias?”, llevado a cabo en el IAE el 3 de agosto último, estuvo orientado a cómo aplicar mejores prácticas en las pymes para mejorar las nuevas formas de trabajo. La coordinadora del Centro de Conciliación Familia y Empresa (CONFyE) del IAE Business School, Mele Ordóñez, inauguró el panel contando que en el centro están comenzado a trabajar con las pequeñas y medianas empresas y que, dentro de poco, saldrá una nueva recopilación de prácticas y temáticas sobre el tema.
“El año pasado adecuamos la herramienta y a partir de mitad de este año hemos lanzado una convocatoria para invitar a aquellas empresas que quieran realizar un autodiagnóstico para que puedan tener la posibilidad de recibir un informe confidencial y conocer su realidad. Cuál es su cultura, qué es lo que se mide y cómo empezar a caminar sobre estas temáticas. El proyecto en sí consiste en instalar en la agenda de las pymes el compromiso y la responsabilidad familiar corporativa. Tenemos como objetivo documentar y difundir también aquellas prácticas”, explicó Ordóñez.
Luego, la responsable global de recursos humanos del Grupo Assa, Laura Canteros, tomó el mando del panel para contar una experiencia personal que dejó mudo a los oyentes. Canteros, antes de llegar a Assa, pasó por Hewlett Packard, SAP y Siemens, entre otras, siempre en el área de recursos humanos.
La especialista marcó su charla en tres ejes: “Primero lo primero”, “foco” y “liderazgo”. En un principio, Canteros habló sobre la importancia de fijar una lista de tres prioridades y, dentro de ellas, diferenciar entre lo urgente y lo importante. A ésto lo llamó: “Primero lo primero”. Así, invitó a la audiencia a reflexionar qué lugar ocupa en esa lista la salud, sabiendo que el público presente probablemente habría omitido ese tópico en su lista. “Si pienso en mi lista mi primer lugar es la familia”, lanzó. Entonces contó que, hace cinco años, con el nacimiento de su última hija -la mayor tiene 7- en el control pediátrico de la beba el médico le consultó si se había hecho ver una pequeña protuberancia que Canteros siempre había tenido en el cuello y que después del segundo embarazo había quedado más a la vista. Ella, dentro de la vorágine diaria, volvió al chequeo de los seis meses de la beba sin haberse realizado ninguna revisión. Con lo cual, el pediatra le volvió a insistir que se viera con un especialista. Incentivada por su suegra, finalmente sacó el turno para el chequeo. Ahí, debió reiterar el estudio en dos oportunidades ya que no se veía claramente lo que tenía, además de agregar otros chequeos. “Pasaron seis meses desde que el pediatra me dijo ´hacete ver´ hasta que tuve el estudio en las manos”, contó. Ese día, el médico que vio los estudios, con total frialdad, le dijo: “el resultado no es bueno, se va a tener que operar, es cáncer de tiroides”. “Hasta ese momento mi prioridad también era la familia y la salud estaba en un segundo lugar, pero qué pasó, puse primero la salud de ellas, las llevé dos veces al pediatra y en segundo lugar la mía”, continuó.
Más tarde, habló del “foco”. Los estudios, no sólo arrojaron que ella tenía cáncer sino que, además, tenía metástasis. “Fue importante el foco, nunca me puse en víctima sino en qué hacer para resolver”, contó con total seguridad.
En cuanto a liderazgo, Canteros sostuvo que “cuando pensamos en liderazgo, el primer punto que tenemos que pensar es que para liderar a otros tenemos que liderarnos a nosotros”. Eso, remarcó, “es lo más difícil”.
“Pero lo más importante es tomar nosotros las riendas de nuestro auto conocimiento, pero por sobre todo de ser consistentes, porque con eso nosotros estamos en eje y damos el ejemplo para poder liderar a los demás”, agregó Canteros, que contó que, a partir de su propia experiencia, reorganizó sus prioridades.
Más tarde, ya hablando de su rol como jefa, contó que el “liderazgo real” se juega en los pequeños detalles, como en acompañar a un empleado en un problema familiar o personal. Así, dijo que la pequeña hija de una empleada suya sufría un problema de salud que, naturalmente, no le permitía estar bien en el trabajo. Ella, le dijo que se fuera y que se tomara todo el tiempo necesario para arreglar las cosas. Dos semanas después, cuando la empleada volvió a la empresa, le agradeció con lágrimas en los ojos el gesto que había tenido con ella. “No importa si somos pymes o multinacionales, tenemos poder…”, concluyó.
Finalizada la charla, Patricia Debeljuh, directora del CONFyE, remarcó la importancia de estas prácticas, ya que, según dijo, llevan a los empleados a trabajar con mayor productividad y a no querer irse de esas empresas que, así, generan un gran sentimiento de pertenencia en el trabajador. “Se trata de un salario emocional, que no tiene precio”, remató.