La realidad aceleró cambios de manera dramática, obligando a un ejercicio adicional de adaptación y aprendizaje.
La muestra que tomamos de gerentes y directores de Recursos Humanos de empresas en Argentina la semana pasada concluye que el mayor aprendizaje que éstos creen que habrá en las empresas estará relacionado al “home office”, teletrabajo, remoto o cualquiera de sus sinónimos. El 43% de los encuestados, que se desempeñan en empresas de entre menos de cincuenta empleados y más de mil, así lo vislumbra.
Un 65% de las empresas no tenía trabajadores haciendo home office de manera regular antes del Coronavirus y el 9% tenía a la gran mayoría o todos sus empleados trabajando desde sus casas, al menos tres días semanales. Sin embargo, en estos días de cuarentena el 42% de aquellas empresas que no tenían empleados remotos, ahora tienen a más de la mitad trabajando en sus casas. Es llamativo que el 50% de las empresas que tuvieron que hacer esta gran transformación tengan más de quinientos empleados.
Las situaciones dramáticas en ocasiones provocan cambios conductuales sustanciales con alto impacto personal. Cambiamos cuando las circunstancias hacen que el cambio justifique el abandono de nuestra zona de confort. Así, circunstancias no buscadas nos obligan, pero a la vez nos permiten, encarar cambios relevantes.
El segundo aprendizaje que los directivos de Recursos Humanos creen que tendrán se vincula a la necesidad de ser más agiles, innovadores, creativos y flexibles para enfrentar situaciones inesperadas. El 20% cree que la experiencia de este tiempo servirá para ello.
Hicimos el sondeo “Acciones y Preocupaciones de Directivos de Recursos Humanos por el COVID-19” con 111 empresas de distintos sectores y tamaños, con el objetivo de ayudarlos en sus procesos de toma de decisiones. Quisimos rescatar las principales preocupaciones y medidas que estos directivos se encuentran tomando en estos días de incertidumbre. En épocas de prueba y error resulta ineludible compartir experiencias.
El tercer aprendizaje más mencionado en el sondeo se refiere a la necesidad de estar mejor preparados para enfrentar crisis inesperadas. Si bien un 23% de las empresas están tomando en un Comité de Crisis las decisiones relacionadas con el personal, solo el 6% de las Pymes lo tienen. Los dueños de este tipo de empresas pueden estar sintiéndose solos frente a decisiones muy relevantes. Armar un equipo ad hoc, incluso invitando a otros empresarios de su confianza y comprometiendo ayuda recíproca podría agregar valor. Lo que queda evidenciado en el total de la muestra es la preferencia por tomar este tipo de decisiones en conjunto.
La preocupación principal de los directivos de Recursos Humanos que participaron en la muestra se relaciona con el corte de la cadena de pagos y la caída de ventas. Un 16% de ellos está extremadamente preocupado por la continuidad de su organización. Entre ellos encontramos en igual medida empresas de menos de cincuenta personas y aquellas de más de mil.
Hay coincidencia en que la crisis provocada por el COVID-19 impactará en la mayoría de los negocios. Incluso el 29% tiene previsto reducir personal si la crisis se llegara a prolongar por dos meses más. Y si bien la mitad manifiesta estar preocupado, el 27% dice estar entre esperanzado y optimista. Esto también se ve reflejado en que el 46% cree que tendrá a mediados de abril a sus colaboradores trabajando en sus lugares habituales. Casi el 60% de quienes auguran esto, se encuentran entre los más confiados.
Adicionalmente a los resultados del sondeo me inclino a pensar que esta crisis sin precedentes tendrá también impacto en estos tres planos:
- Revalorización de lo presencial: muchas veces las pérdidas son las detonantes de la valoración de lo que teníamos. Las discusiones, las risas, los diálogos, el contacto físico, las miradas y tantas manifestaciones sociales y humanas estuvieron transitando este tiempo caminos poco habituales. Es natural extrañarlos porque lo presencial tiene ricos componentes. Seguirá siendo importante el encuentro con nuestros compañeros de trabajo, las reuniones con nuestros equipos en las que se perciban mejor los ánimos, la vivencia de la cultura, el feedback cuidado cara a cara y por qué no alguna cerveza artesanal al salir. Presagio también una nueva apreciación de la educación presencial. El clima único que genera un aula predispuesta a la apertura, al debate y a compartir ideas y experiencias volverá a ser diferencial, por más dominio que se tenga de un aula virtual.
- Revalorización de lo remoto: Entre quienes capitalizan esta dramática oportunidad provocada por este enemigo externo que se cobra tantas vidas están aquellos que se encuentran aprendiendo nuevas modalidades de trabajo. Una brusca vuelta del destino lo ha transformado en una necesidad ineludible. Y así, muchos de aquellos quienes menospreciaban la posibilidad de trabajar, estudiar o relacionarse de manera remota o virtual han tenido que rever sus modelos mentales y en ciertos casos aceptar que gran parte de las acciones que se llevaban a cabo de manera presencial, jamás volverán a hacerlo.
- Revaloración de la calidad de uno y otro: Lo presencial recuperará valor. Pero para que ello ocurra, la calidad de esos encuentros deberá ser tal que los justifique cada vez. Las reuniones deberán contemplar los beneficios de lo presencial, y a la vez evitar las desventajas. Viajar durante horas al lugar de trabajo tendrá sentido solo cuando lo presencial le dé ese sentido. Se justificará ir a un aula, si lo que los profesores tenemos para ofrecer es un encuentro transformador e irrepetible. Lo virtual también tendrá más valor. Pero para que ello ocurra, la calidad del trabajo a distancia deberá demostrar que se asemeja al que no lo es.
Tal vez varias cosas no vuelvan a ser como han sido, luego del COVID-19, pero podemos dejar de verlas como de suma cero y tomarlas como una gran oportunidad de aprendizaje y crecimiento.