En la apertura del panel, el profesor Alejandro Sioli contó cómo cambió su rumbo laboral hace 30 años tras hacer el EMBA el IAE. Sioli estudió ingeniería industrial y no pensó que se iba a dedicar a ser profesor de Comportamiento Humano. “Levanten la mano aquellos que están haciendo lo que pensaron que iban a hacer cuando se anotaron en la facultad”, dijo. Luego, realizó una serie de preguntas a los asistentes que respondieron mediante sus celulares: ¿Por qué te anotaste en esta charla? ¿Quiénes se encuentran trabajando en relación de dependencia? ¿Cuándo fue la última vez que cambiaste de trabajo? ¿Cuál fue el motivo de ese cambio? ¿Estás conforme con tu trabajo actual? ¿Estás pensando en cambiar de trabajo?
¿Qué cambios hiciste en tu carrera profesional? “Esto nos dice que cada uno de nosotros es distinto”, resumió Sioli tras las respuestas y luego le dio la palabra a los oradores.
Pablo Vaquero: animarse al cambio
El primero en compartir su experiencia fue Pablo Vaquero, quien dijo que no tuvo un camino fácil. En 1987, recién recibido con medalla de oro de la carrera de ingeniero en producción agropecuaria en la UCA, Pablo pensaba que las oportunidades laborales iban a sobrar. Sin embargo, la realidad del momento no era buena y terminó trabajando como vendedor de productos veterinarios en un laboratorio. Así comenzó su primera experiencia en el área comercial, donde terminó siendo supervisor de ventas al año y medio.
Gracias su experiencia en ventas, consiguió trabajo en la empresa agrícola John Deere. Vivió cinco años en La Pampa, en donde nacieron sus dos hijas y aunque estaba cómodo, quería crecer profesionalmente. Apareció entonces la oportunidad de trabajar en la empresa de semillas de maíz Dekalb, en Buenos Aires. Vaquero dejó su puesto de gerente de ventas territorial para pasar a ser asistente en marketing. La empresa, además, le faciltó realizar el EMBA en el IAE.
Al poco tiempo apareció Monsanto, con la compra de Dekalb. “Ahí comenzó mi carrera fuerte corporativa que me llevó a ser director de la empresa en poco tiempo. En un momento dado, mi desarrollo de carrera pasaba por irme al exterior, pero mis planes eran quedarme. Entonces hice un arreglo para irme de la compañía luego de estar un año como consultor”, dijo.
«Empecé a dar clases de agronegocios, puse una consultora y en un momento dado surge la oportunidad de comprar una empresa de semillas de algodón en el Chaco, de la cual Monsanto se estaba desprendiendo», contó. Con uno de sus socios decidieron hacer el DPME en el IAE para desaprender un montón de conceptos que tenían que ver con la corporación.
Vaquero, que también es cofundador en Ucrop.it, una plataforma que utiliza tecnología Blockchain y conecta a productores con otros actores clave del mercado, dijo que ahora que es emprendedor “trabaja menos y toma decisiones más rápido porque se ahorra la “burocracia corporativa”. «Me doy cuenta de que la vida corporativa me fue llevando a ser lo que soy. El recalculando en la vida es esto. Uno a veces no puede definir de entrada lo que va a ser. Uno puede buscar hacer lo que le gusta, pero uno también puede aprender a amar lo que le toca hacer”, concluyó.
Ruete Güemes: un tímido recuperado
“Soy el polo opuesto de Pablo. Soy tímido, no me gusta la gente y estudié agronomía para irme a un campo a Corrientes, estar con vacas y no ver gente”, dijo Ruete Güemes, al comenzar su disertación y en seguida causó carcajadas en el público.
Luego contó que tras su primer trabajo en la veterinaria del tío de un amigo y luego de trabajar en campos, hizo un EMBA en el IAE. “Cuando termino el master, quedó viudo con una hija de 10 años y otra de 10 meses. Cada tanto iba al IAE a algún un ciclo y un día Alejandro Sioli, que era director comercial del IAE, me ofrece trabajar en el IAE para empezar a vender el máster”. Ernesto trabaja desde hace 30 años en el IAE, en donde fue director de Admisiones, director ejecutivo de Alta Dirección y responsable del departamento de Gestión de Carrera.
Ruete Güemes remarcó que en todos estos años trabajó para enfrentar su timidez. “La gente cree que es natural, pero me costó muchísimo. Aprendí. Yo leí que hace mucho tiempo que cuando uno sonríe le envía una señal al cerebro. Entonces, yo que soy un ermitaño, todas las mañanas me levanto y trato de sonreír”, dijo y causó nuevamente la risa del público.
Mercedes Cordeyro: una emprendedora serial
Por último, Mercedes Cordeyro, contó su recorrido laboral y personal. “Tengo 47 años, pero 70 vividos. Me defino como una emprendedora serial”, dijo. También contó que siempre fue muy inquieta y con múltiples intereses. “Hice teatro, cocina, guitarra, inglés, francés, italiano, ballet, entre otras cosas. No sé si porque era la quinta hija o porque era muy inquieta.”, agregó.
Mercedes comenzó estudiando Administración de Empresa, pero cambió el rumbo cuando empezó a trabajar en Banco Río. “Me enamoré de cómo manejaban la comunicación en el banco y decidí estudiar Comunicación. A los tres meses de empezar la facultad privada, mi papá se queda sin laburo y me puse a trabajar como telemarketer en Buenos Aires Seguros”, recordó.
En Buenos Aires Seguros pasó de ser responsable del call center al área de Planeamiento Comercial, hasta que uno de sus jefes le ofreció irse a la agencia de viajes Asatej (ahora AlMundo), en donde fue directora comercial con 26 años. “Me di cuenta de que veía muy poco a mi hija y me estaba perdiendo lo más importante de la vida. Esa situación terminó haciendo mella en mi primer matrimonio y tuve un divorcio espantoso”, confesó.
Cordeyro se fue de Asatej y empezó a trabajar como consultora de comunicación y marketing desde su casa. Gracias a su empuje, luego terminó siendo socia de la revista zonal Locally y directora comercial de Way2net, en donde conoció a su actual marido. También es directora de Comunicación del grupo INECO.
“Si miro para atrás, pienso cómo lo personal va marcando la vida laboral de las personas. Y eso se ve en lo que pasó después de la pandemia. La gente puso en primer plano lo personal en un montón de aspectos y esto convirtió la forma de trabajar en un contexto de cambio acelerado”, reflexionó.
“Aprendí que uno se tiene que reconstruir permanentemente. Una de las cosas que me dejo el IAE, yo hice el PDD 2002, es la toma de decisiones. Siempre sopeso cuando tomo una decisión, qué es lo que voy a dejar. Luego pongo mucho esfuerzo, pasión y laburo a lo que elijo”, concluyó.
Como conclusión del panel, los asistentes contaron que lo que más les resonó fue el “optimismo frente al cambio” de los oradores. “Me voy energizada”, dijo una asistente, que resumió el espíritu de muchos.