El final de la primera entrevista publicada con Agustina De Giovanni fue premonitorio y comprueba que, realmente, “creamos lo que creemos”. La nadadora olímpica se despedía allá por 2020, poco antes de la pandemia, contando que tenía ganas de “convertirse en una herramienta útil para directivos, deportistas y organizaciones”. Hoy, brilla como “mental performance coach” del DC United –el primer club dentro de la MLS estadounidense en tener un puesto de este tipo–, de los All Blacks, y de otros futbolistas y equipos alrededor del mundo. Fueron los momentos más oscuros de su carrera los que la impulsaron a reenfocarse hacia la novedosa disciplina del mental training.
A los 19 años, Agustina se consagró como medalla dorada en pecho en la Copa del Mundo de natación. Fue la representante olímpica más joven del país en Atenas 2004 y batió otro récord argentino en Beijing 2008. El lado menos bonito de la cuestión era que, durante 17 años, entrenó 8 horas diarias. “Me metían el chip de que si no llorás o si no vomitás, no es un entrenamiento fuerte. Yo tuve el cuidado de mi familia, pero me faltaron entrenadores preparados para proteger la mente. Hubo momentos en los que sentí que necesitaba mucha ayuda y no la tuve”, admite Agustina.
Pasar de una situación de exigencia desmedida al vacío del retiro sin contención, y con apenas 27 años, fue muy difícil para ella que lo vivió como un duelo. Dedicarse al coaching era una posibilidad que cobraba fuerza. En sus años de estudio universitario en Alabama, había quedado impresionada con Nick Saban, un legendario entrenador de fútbol americano que había logrado un cambio de cultura en el deporte y en la facultad.
Con esa idea en la cabeza empezó a trabajar como coach de algunos jugadores olímpicos y, mientras cursaba el EMBA en el IAE Business School en 2016, estudió también coaching ontológico. Pronto se ganó un nombre y un lugar en el mental training y la convocaron para el famoso club de rugby neozelandés, los All Blacks, con quienes aún trabaja.
“No importa de dónde seas o para qué club juegues; de los desafíos mentales nadie zafa. Hay jugadores de élite que incluso necesitan más este tipo de coaching por la presión que tienen”, afirma Agustina. “La gente está acostumbrada a decirle de todo a los jugadores, sin entender que son ´uno más´, hasta con más vulnerabilidades que el promedio de las personas, porque tienen que atravesar muchas situaciones”.
Primero, la persona
Ejercitar la mentalidad para lograr mejoras en el rendimiento y en la calidad de vida es el objetivo de fondo del entrenamiento mental que promueve la Alumni. Su estrategia es siempre partir de la persona, analizar cómo está y qué siente, antes de enfocarse en el deportista.
Por su “gimnasio mental” en DC United, y también por su consultorio online, desfilan managers y jugadores para conversar sobre sus temores, su familia o lo que sea que ocupe su mente.
“Todos pasan por el mismo colador: si te va mal, porque te va mal. Si te va bien, por el miedo a que te vaya mal. Los miedos y dudas suelen repetirse en los jugadores”, asegura Agustina. Cuenta que también hace entrenamientos específicos en concentración, hábitos saludables y manejo de la incertidumbre.
“Muchos traen problemas o cuestiones con las mujeres, los padres, los hijos, el país. A veces se dan cuenta de que trabajando para estar mejor adentro de la cancha, pueden estar mejor afuera y ser mejores padres o parejas”, señala. La experta los ayuda a conocerse a ellos mismos y a recordar por qué juegan, “para que se saquen el chip de ser máquinas, y se conecten con sus valores y su propósito”.
El futuro es otro tema recurrente de conversación en el “mental gym” de Agustina: “Los entrenamos en que hay vida más allá del fútbol y que un partido es solo eso… no se muere nadie”. Subraya que ha habido varios casos de suicidio de deportistas que no saben qué hacer en el retiro. “Les exigen, exigen, exigen, hasta que de golpe no les piden más nada”, explica.
Sostiene la importancia de “normalizar” el poder hablar de este y de otros temas, sobre todo entre las nuevas generaciones. “No está loco el que viene acá. Así como va al gimnasio a entrenar ciertos músculos, aquí ejercitamos el cerebro”, describe.
Agustina se siente un poco “la mamá” de los jugadores que entrena: “Me estoy metiendo en un mundo masculino donde creo fuertemente que el rol de la mujer tiene un valor agregado. Si bien no soy la madre, esa función de contención está”. Encontró su propósito y su misión, al menos por ahora. El futuro está en blanco. Solo resta preguntarnos dónde la encontraremos a Agustina en nuestra próxima entrevista.