En diálogo con Eduardo Feinmann en su programa Alguien tiene que decirlo por Radio Mitre, el profesor Roberto Vassolo —titular del área de Política de Empresa del IAE Business School— reflexionó sobre los cambios que enfrenta el comercio global y el impacto que puede tener en las empresas la política arancelaria del gobierno de Estados Unidos.
—¿Cómo nos preparamos para este mundo?, preguntó Feinmann. Porque da la sensación de que la humanidad cambió.
—Todavía no sabemos cuánto va a cambiar —respondió Vassolo—. Estamos en medio de la tormenta, con dos o tres escenarios posibles de largo plazo.
—Una tormenta que recién empieza…
—Sí, aunque lo de la recesión mundial no era tan impredecible. Más allá del desastre que está haciendo Trump con las tarifas, uno de los pilares de su gobierno era la reestructuración del Estado. Ya se anticipaba que Estados Unidos iba a tener un año complicado: es un Estado federal que ha crecido demasiado, con una deuda que no para de aumentar. Entonces arranca con la idea de eficientizar el Estado, algo que suele contraer la economía de cualquier país que lo intenta. Eso ya se veía venir. A eso se suma lo que parece una locura arancelaria, pero que responde a diagnósticos distintos. Por un lado, la necesidad de achicar un Estado sobredimensionado —una lógica tipo Sturzenegger, que allá sería Elon Musk— y por otro lado, un diagnóstico muy claro: la pérdida de industria en Estados Unidos debilitó a la clase media. Trump cree que la movilidad social se frenó por culpa de los aranceles bajos y la competencia desleal. Entonces su solución es recomponer la industria, y para eso sube aranceles a todo el mundo.
—¿Y eso cómo impacta en las empresas?
—Hay un efecto de corto plazo y otro de largo. En el corto, lo que hace Trump es empujar al mundo hacia una recesión. ¿Cómo? Si vos subís aranceles, generás dos comportamientos muy complicados. Primero, le encarecés a los individuos los bienes y servicios, entonces consumen menos. Y segundo, creás una incertidumbre brutal. Porque Trump sube tarifas, pero después va, negocia, las baja, las vuelve a subir… Las empresas no saben qué hacer con sus inversiones, los mercados se asustan, se derrumba la bolsa. El consumidor se encuentra con que todo está más caro, mira su cuenta de ahorros, ve que tiene menos plata, se asusta más y contrae el consumo. Es un círculo vicioso.
—Un efecto dominó impredecible.
—Totalmente. Es un efecto dominó cuya magnitud todavía no podemos prever. Y pueden pasar varias cosas. La primera es que crezca la presión dentro del Partido Republicano, que le digan a Trump: "Che, aflojá un poco, busquemos una salida elegante". Con ayuda de los países que están siendo afectados, podría lograrse una negociación y que Trump retroceda en algunas medidas. Eso evitaría una recesión global. Para Argentina sería un golpecito en la economía, un pozo leve. Sería el mejor escenario. Pero hoy eso parece cada vez menos probable.
Lo más probable es que el daño ya esté hecho. El golpe a la confianza en Estados Unidos ya está dado. Las recesiones muchas veces son como los test de choque que se ven en cámara lenta: ya están ocurriendo, pero el impacto lo ves más adelante. A mí me parece que, con lo que ya pasó, hay altísimas chances de que la recesión global esté disparada. Y el año que viene puede ser muy malo.
Y hay un escenario más preocupante todavía: que Trump acelere con esta estrategia. Si insiste, va a reconfigurar las reglas del comercio mundial. Hoy, las transacciones de bienes representan alrededor del 60% del PBI global. Si eso cambia, se redefine el mundo. Va a haber recesión, y la recuperación va a ser muy lenta. Nadie va a salir corriendo a invertir en Estados Unidos. Se van a reconfigurar las cadenas de valor globales. No hay buenas perspectivas para los próximos tres a cinco años.
Fuente/Copyright: Radio Mitre