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La Nación

Por qué se van las empresas de la Argentina y qué puede pasar

Para que el proceso de salida de multinacionales se revierta, es necesario que ocurran las reformas mínimas de normalización de la economía y que exista seguridad de que no se revertirán al primer cambio de aires
Publicado lunes 31 de marzo

Qué tienen en común Telefónica, Mercedes-Benz, Exxon Mobil, Equinor, Procter&Gamble, HSBC, Itaú, Raízen y Makro? Todas han vendido o están en proceso de vender operaciones en la Argentina. A comienzos del siglo XXI, la Argentina era el destino preferido de las multinacionales para montar estructuras organizacionales regionales. Veinte años después, la mayor parte de esas oficinas se mudaron a otros países de la región, como Chile, Colombia, Brasil, Costa Rica o Panamá, y las filiales se fueron vendiendo a capitales argentinos. ¿Por qué sucede esto y qué puede pasar en el futuro?

La Argentina ha sido un país absolutamente atípico, con niveles de presión impositiva sobre la actividad privada a la cabeza del planeta, con un Estado omnipresente y lleno de regulaciones, con un sindicalismo que supo mostrar los mayores niveles de conflictividad de la región y con un sector informal en crecimiento. La consecuencia de este diseño país ha sido otra anomalía: estar en el top tres mundial en cantidad de recesiones e inflación, y que exista una infinidad de intervenciones sobre el mercado cambiario y el comercio exterior. El país se fue cerrando cada día.

Para una multinacional, la falta de normalidad genera desafíos de gestión inimaginables. Los departamentos de Compliance no logran entender cómo cumplir con las formas demandadas en estándares internacionales. Los gerentes de Finanzas no pueden disponer del capital y deben diseñar un sinnúmero de artilugios para justificar que el dinero se debe quedar en el país o pagar tasas muy caras o someterse a riesgos penales por girar los dividendos. Los gerentes comerciales deben explicar que las ventas pueden medirse en múltiples valores según el dólar que se tome, lo que les darán modos distintos de evaluar la actividad anual, pero, finalmente, será una discusión irrelevante porque el dinero se quedará en Argentina.

Todos estos absurdos son más manejables por empresarios locales, lo que no significa que su actividad sea más agradable. Y no incluyo, pero podría, todos aquellos capitales locales que han hecho de su ventaja competitiva lidiar con este entorno injustificable a costa de prácticas criticables en su legalidad y en su moralidad.

He comenzado el artículo con una pregunta que es algo tramposa: ¿por qué se han ido empresas extranjeras? En realidad, la pregunta más exacta es: ¿por qué aún quedan empresas extranjeras en este contexto? Hay empresas extranjeras muy habituadas a contextos institucionales extremos, sobre todo en sectores extractivos donde la materia prima no discrimina disponibilidad por el valor de sus instituciones. Pero, sobre todo, las que se quedan aún muchas veces tiene que ver con los altísimos costos de salida.

Una vez, trabajando en un ejercicio de planificación estratégica con una empresa en un país de la región, analizábamos dónde internacionalizar el negocio y uno de los participantes preguntó: “¿Y si vamos a la Argentina?”. Me sorprendió que nadie reparó en cuidar su respuesta por mi nacionalidad; inmediatamente contestaron: “Jamás, porque en la Argentina entrás y no podés salir”.

Cuando una multinacional invierte en un país termina hundiendo activos. Es verdad que hay negocios intensivos en su demanda de personas que no tienen estos riesgos y lo vemos en la proliferación de centros de servicios compartidos y empresas tecnológicas. Para ellos, el riesgo es menor (aunque sigue siendo alto), pero para quienes hunden fierros y ladrillos, la dificultad de salida suele ser mucho más grande. Y son presa de la voracidad fiscal de gobiernos nacionales, provinciales y municipales.

El proceso de nacionalización del capital empresarial aún continúa. Varias empresas han aprovechado la mayor racionalidad económica para cerrar salidas que hace tiempo tenían planeadas. ¿Se va a revertir este proceso? ¿Cuándo? En general, las empresas globales tienen una memoria más corta de lo que uno esperaría luego del maltrato sufrido, pero no tan corta como para correr detrás de la primera promesa de racionalización. Para que el proceso se revierta, es necesario que ocurran las reformas mínimas de normalización de la economía y que exista seguridad de que no se revertirán al primer cambio de aires. Es muy probable que vayamos viendo una creciente normalización. Mucho más tiempo va a tardar para que esas empresas multinacionales sientan que en la Argentina existe una dirigencia política, que va más allá del gobierno de turno, capaz de mantener las reglas del juego a lo largo del tiempo.

Fuente/Copyright: La Nación