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Cómo será la reactivación argentina

El mundo se prepara para un nuevo gobierno de Donald Trump. Qué puede pasar en la región. La ayuda que espera Milei para salir del cepo. El caso mexicano.
Publicado viernes 17 de enero

La idea de estas líneas es repasar la coyuntura con una mirada al entono mundial.
Comenzando por Estados Unidos la novedad es la agenda de Donald Trump. Dirigirá un país que económicamente está sólido con la administración Joe Biden. Habrá que aprovechar esta herencia.
Hay crecimiento, bajo desempleo, buenos indicadores en el mercado de capitales, bonos y acciones. Comienza un ciclo de reducción de tasas por parte de la Fed. Podría ser más moderada la baja de tasas por tensiones inflacionarias actuales y que se pronostican para la gestión de Trump. La inflación podría subir por el aumento de los aranceles, en particular con China. La reducción prevista en impuestos a los ricos podría acrecentar el déficit fiscal e influir también en mayor inflación.
Por otra parte, se especula que dado el proteccionismo de Trump se afectará a las monedas, el yuan por ejemplo, para compensar los aranceles.
El yuan se devaluará. Esto implica un dólar más fuerte, que se apreciará. Este dólar fuerte puede influir en el descenso del precio de materias primas a nivel mundial.
Trump siempre ha valorado que la Fed tenga una política de tasas bajas de interés. Esto supone un conflicto potencial con el Presidente de la Fed, que tiene mandato hasta 2026 y es más moderado.
En lo referente a su posición crítica con la llamada Agenda Verde, se impulsará fuerte al sector de hidrocarburos, tanto en shale como en convencionales.
La Agencia de Eficiencia del Estado está por verse como va a funcionar, va en la línea de hacer una economía más funcional en forma análoga a nuestro ministerio de Transformación.
En el continente interesa también la gestión de Claudia Scheinbaum, la primera mujer en ocupar el cargo de presidente en ese país. Ubicada claramente en la izquierda, debería tener problemas con Trump, que también piensa afectar a México, y a Canadá, sus socios en el NAFTA, con la suba de aranceles. Además, el presidente elector de Estados Unidos tiene un plan extremo para deportar inmigrantes ilegales.
En el frente europeo es relevante que Alemania no termina de salir del estancamiento y crecerá cero el año que viene. Su modelo industrial exportador ha perdido potencia en una economía burocratizada que ha sido afectada por la restricción energética de Rusia cuando comenzó la guerra.
China sigue a un ritmo más lento de crecimiento al 5%. Su posición geopolítica es clave. Apoya a Rusia en una alianza implícita de autocracias contra Estados Unidos. El conflicto con Taiwán podría ser grave si escala. Trump no quiere guerras, como lo mostró en su primera presidencia.
Quiere arreglar rápido la situación de Ucrania y Rusia, y seguramente actuaría igual con el caso Taiwán.
En la región está sonando fuerte la devaluación del 25% del real brasileño, muy unida al desequilibrio fiscal de un país que crece al 3% sin inflación. Lula da Silva quiere un banco central con menores tasas de interés en su la nueva gestión, lo que puede complicar el panorama monetario que venía siendo ortodoxo.
En cuanto a Argentina, donde no se esperan shocks externos relevantes, la actividad caerá 3 % en 2024 y rebotará casi 5% el año que viene.
La recuperación de los sectores será heterogénea. Destacan los sectores clásicos vinculados a materias primas en mayor expansión, que no cayeron durante 2024: Vaca Muerta, minería y Pampa Húmeda.
En esta dinámica preocupa el sector real que sufre más de cerca el atraso cambiario, con mucha experiencia histórica de los perjuicios que se pueden dar, como ocurrió en los 90.
Estos sectores deberían recuperar competitividad y eficiencia. Es clave que se les nivele la cancha con políticas de reducción de impuestos y reformas estructurales pro eficiencia.
Es un tema que generará mucho debate dados los reclamos del mundo industrial.
El programa fiscal, que es lo más valioso de la administración actual, seguirá firme y ayudará a que vayan bajando el riesgo país y la inflación. Ésta puede estar en el orden de 30% para el 2025, aunque el gobierno es más optimista.
El ancla cambiaria complementa el ajuste fiscal, el crawling peg puede pasar a 1 % por mes dentro de poco tiempo.
El año que viene es clave salir del cepo, seguramente esta medida será después de las elecciones.
Lo ideal sería tener fondos frescos de FMI para fortalecer las reservas, que siguen negativas. La cuenta corriente se vuelve clave para monitorear. La balanza comercial, a pesar de mayor exportación de hidrocarburos, disminuirá.
El turismo castigará mucho a la cuenta corriente.
En definitiva, hay que pensar en un régimen cambiario que sea proclive a que se acumulen reservas del lado de la cuenta corriente y no de la cuenta capital. El debate es si no deberíamos pasar a un régimen flotante. Las importaciones irán creciendo más el año que viene por la expansión del PIB, el dólar bajo y la apertura comercial.
Es clave que se vayan encarando las reformas estructurales, como la previsional, la tributaria y la laboral, para darle mayor solidez al modelo de crecimiento, que tiene como tarea pendiente disminuir la pobreza. La competencia de monedas parece cada vez más cercana.
2025 es un año de elecciones, pareciera que Milei las va a ganar y esto le dará mayor gobernabilidad para disminuir el esquema de DNU y vetos, que no es el ideal del punto de vista institucional. Puede ser más reñida la elección en el conurbano.
En definitiva, un año por delante para consolidar el modelo y atacar vulnerabilidades que lo perfeccionen.

Fuente/Copyright: Eduardo Fracchia - Revista Fortuna