– ¿La sucesión de las empresas de familia es más compleja en el ámbito agropecuario?
– No, no es más complejo que otros. Lo vimos en el caso del tambo 4.0, esas ideas innovadoras no lo hace la generación fundadora, lo hace la generación más joven, porque tiene mucha más flexibilidad para reunirse con la otra generación joven y usar una tecnología que nadie usó para conectarse. Entonces no es más difícil, al contrario, diría que la familia agropecuaria tiene una ventaja, trabaja en ambientes más relajados.
– Así y todo usted marcó en su presentación que hay muchos casos exitosos.
-Es cierto, no hay muchos casos muy exitosos de sucesión, se pierden muchas empresas y se pierde mucha energía en esas sucesiones. Entonces hemos tratado de dar algunas consignas de qué significa hacerse cargo de que se va a pasar de ser una empresa familiar a ser una familia empresaria, y que hay una garantía de que de alguna manera la participación de las generaciones siguientes se va a dar. Que no necesariamente tiene que ser gestionando simplemente, puede ser como dueño, pero siempre en un marco de respetar la libertad de los que vienen atrás, esa es la clave. Y hay que respetar los ciclos de la familia también.
– ¿Cómo se logra eso?
– No es lo mismo hablar de las sucesiones y lo que va a pasar cuando son dos generaciones que están, a cuando son tres o cuando las familias políticas son más conflictivas o menos conflictivas.
– ¿Hay una especie de protocolo o guía a seguir para estar más cerca de lograr un proceso exitoso?
– Nosotros entendemos que hay tres claves importantes. Uno, hay que respetar la naturaleza de las cosas. Hay ciclos biológicos que se van a dar en las familias. No es lo mismo hablar antes de que se casen los hijos que hacerlo después, por ejemplo.
Segundo, hay que respetar la idea de que no necesariamente por estar en el puesto de ejecutores es una empresa de familia. Puede ser miembro de la familia, puede estar en la propiedad, puede estar en la dirección o puede estar en la ejecución. Pero también puede no ejecutar, no dirigir, no tener la propiedad, pero tener las reuniones de familia.
El tercer elemento es que todo esto hay que hacerlo respetando la libertad de todos los intervinientes. El gran cambio se da cuando en vez de decir que la familia tiene que adaptarse a las necesidades de la empresa, es exactamente al revés, la empresa se tiene que adaptar a las necesidades de la familia. Cuando esto se plantea con suficiente tiempo y en un ambiente de mucha confianza y diciéndose la verdad, en general, por más dolorosos que parezcan los procesos, son muy exitosos.
– También es necesario adaptarse y aggionarse a los cambios que se van dando.
– Totalmente. Los grados de libertad que quiere hoy una generación son distintos de los de antes. Lo peor que hay es pensar que uno nace con la obligación de que va a tener que trabajar en la empresa del abuelo. Eso es imposible de sostener hoy. Y está bien que así sea, porque los hijos vienen al mundo para tener, sobre todo, libertad. Libertad para elegir, con lo cual no puede ser la familia la que condicione esa libertad.
– Y cuál es la recomendación cuando no hay manera de llegar a un acuerdo entre las partes.
– Lo que se aconseja en esas circunstancias es cuidar el patrimonio. Vender el patrimonio cuando está en su mejor situación. Uno trabaja entonces sobre lo que quieren los hijos, que es acceder, de alguna manera, al patrimonio. En algunas familias cuando los hijos ya están educados y tienen su carrera, los fundadores dicen “ese patrimonio se va a poder usar o se podrá acceder al fideicomiso cuando los nietos empiezan el colegio secundario o la universidad”.
Y entonces lo que hacen los abuelos es asegurarse de que los nietos van a tener acceso al patrimonio, pero no para gastárselo, sino para formarse y asegurar la educación de todas las generaciones. Hay muchas formas interesantes hoy de vivir esta relación entre propiedad, empresa, familia, que antes no estaban.
– ¿Qué pasa generalmente cuando no se habla de esto en el seno familiar?
– Es un tema que a veces termina en disgustos y se plantea mal, y entonces no todos lo quieren organizar al mismo momento. Pero como siempre digo: “bueno, si no lo quieren organizar, no lo organicen, la biología en algún momento lo va a arreglar, lo más probable que mal. Así es como funciona la vida.
No hay que volverse loco con estos temas, pero no hay que dejarlos solos. Porque bien planteados, bien consensuados, como decía, con un buen protocolo, donde se plantea para qué trabajamos acá, cómo vamos a ser remunerados, quién puede trabajar, quién no puede trabajar, qué pasa si a alguien hay que decirle que no siga trabajando con nosotros, qué pasa cuando tengamos que cerrar una operación…. Todo eso hablémoslo antes, porque son cuestiones que en algún momento van a suceder.
Fuente/Copyright: La Voz del Pueblo