A cien años del fallecimiento de Franz Kafka, sus libros mantienen todavía la capacidad de ser “el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros”, como el propio autor de "El proceso” exigía de los otros libros. Un alma torturada, además de escritor, abogado. La autoridad paterna eligió su destino por él y lo forzó a estudiar derecho. Franz obedeció tal mandato hasta un doctorado en leyes, dirigido nada menos que por su profesor de sociología Alfred Weber, hermano de Max.
Especializado en derecho de seguros, trabajó primero en el ámbito privado y luego ingresaría a la Administración pública, cumpliendo funciones en el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo del Reino de Bohemia. Varias de sus obras más famosas tienen por ello una fuerte connotación jurídica. Podemos citar al respecto, “El proceso”, “En la colonia penitenciaria”, “El nuevo abogado”, “Sobre la cuestión de las leyes”, “Abogados”, “Ante la ley”, “Un sueño” y “El castillo”.
Profeta del infierno burocrático, perspicaz anatomista de los mecanismos del poder, heredero de la mística judía y humorista incomparable, Kafka era capaz de convertir una descripción objetiva en un enigma metafísico. Icono y mito inspirador, su obra siempre supera las interpretaciones. Sin él no podríamos imaginar el siglo XX ni la literatura del XXI.
La Ley 27.401 establece como elemento obligatorio contar con un "código de ética o de conducta”, que agrupa las políticas de integridad generales aplicables a todos los miembros de la organización (y eventualmente a terceros). Los Lineamientos de la Oficina Anticorrupción sugieren los contenidos “ideales” (aclarando incluso que la reseña no debe considerarse exhaustiva, por lo que podría haber otros) valores y principios de la compañía, regulación aplicable, misión, objetivos y visión, relaciones con consumidores, accionistas, empleados, socios de negocios y funcionarios públicos, reglas sobre información y comunicación, confidencialidad, contabilidad y reportes, principios de competencia leal, prohibición de soborno y fraude, adhesión expresa del personal interno y terceros, reglas sobre lobby, financiamiento de campañas, obsequios y hospitalidades, uso de activos, conflictos de interés, aceptación de la diversidad y no discriminación, donaciones, resguardo de la información y archivos, expectativas de privacidad, referencia al canal de denuncias, régimen de sanciones y política de no represalias a denunciantes.
Como puede observarse, el listado de temas es inagotable. No es una crítica a los Lineamientos, que en esto siguen las mejores prácticas internacionales, sino más bien advertir el laberinto que se observa en el panorama regulatorio y normativo de las organizaciones. A esto se agrega una capa adicional: los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) que tienen un impacto considerable en la complejización de las políticas y procedimientos.
Franz Kafka, a través de obras como "El Proceso" y la parábola "Ante la Ley", ofrece una visión sombría y crítica de la burocracia. En "El Proceso", Josef K. es arrestado sin razón aparente y atrapado en un sistema judicial impenetrable y absurdo. La narrativa kafkiana describe un mundo donde las estructuras burocráticas son opacas, deshumanizantes y llenas de obstáculos insuperables. Este retrato de la burocracia como un sistema ineficiente y opresivo resuena en muchas instituciones actuales, donde los procesos se vuelven un fin en sí mismos, alejándose de su propósito original de servir al público. Cualquiera que intente cambiar su automóvil podrá dar cuenta de ello.
Las políticas de compliance, diseñadas originalmente para promover la ética y el cumplimiento de normativas dentro de las organizaciones, pueden transformarse en una burocracia kafkiana debido a diversos factores. La asignación de culpa y responsabilidad puede influir en las estructuras y dinámicas organizativas, a menudo de maneras contraproducentes. Cuando las políticas se implementan sin un enfoque práctico y adaptativo, se corre el riesgo de que se conviertan en un entramado de normas y procedimientos opresivos y desorientadores.
En primer lugar, la excesiva preocupación por evitar la culpa (por ejemplo, en el caso de la responsabilidad penal empresaria) puede llevar a la creación de normas y procedimientos extremadamente detallados y rígidos. En un intento de prever y prevenir cualquier posible transgresión, las organizaciones pueden imponer una cantidad abrumadora de reglas. Esto, a su vez, genera un entorno en el que los empleados se sienten constantemente vigilados y restringidos, similar al personaje de Josef K. en "El Proceso", quien es atrapado en un sistema judicial inescrutable y opresivo. Las políticas de compliance pueden, por tanto, convertirse en un fin en sí mismas, más preocupadas por evitar la culpa de la empresa que por promover un comportamiento ético genuino.
El foco en la creación de documentación puede tener un efecto no deseado: el de una suerte de The Truman Show, un mundo aparente en los papeles, visto por todos cómo una hipocresía organizacional implementado para la protección de los altos ejecutivos y la compañía, dejando al personal operativo en un submundo expuesto a las presiones (in)directas y verbales, donde la organización se protege con una burocracia documental percibida por los empleados como hipócrita y a costa del individuo.
¿Cómo evitar que Compliance caiga en la burocracia kafkiana? Para empezar, cada organización debe definir el contenido de sus políticas según las características propias de su sector y sus riesgos intrínsecos, evitando copiar otros códigos sin más. Es deseable fomentar la participación de los trabajadores en su confección y considerar la inclusión de otras partes interesadas relevantes.
Si, desde un principio, se reúnen personas de diferentes ámbitos profesionales, culturales y educativos, el Código final tendrá una mayor legitimidad y logrará una mayor aceptación. El proceso de redacción tomará tiempo y puede implicar discusiones difíciles, pero resultará en políticas comprensibles para todos. Los temas deben abordarse de forma sencilla, con directivas claras sobre la conducta esperada. Es preferible evitar siglas, términos técnicos y formalismos. El uso de mensajes directos y firmes en una voz activa coloquial es recomendable.
El código puede ser igualmente débil por complejo como por carente de contenido real. En esa línea, un código extenso no necesariamente es mejor que uno breve. Es de suma importancia que cada frase del código sea valiosa y entendible en sí misma, teniendo sentido por sí sola para la conducta de la empresa. A cien años de la muerte de Franz Kafka, su crítica a la burocracia sigue siendo relevante, especialmente en el contexto de las políticas de Compliance. Estas políticas, si no están diseñadas y implementadas correctamente, pueden transformarse en sistemas opresivos y desorientadores, similares a los que Kafka describió. Para evitar esto, es crucial que las políticas de compliance sean claras, efectivas y centradas en el usuario, sirviendo como verdaderas herramientas de toma de decisiones éticas y no como laberintos
burocráticos.