El 10 de diciembre pasado se inició un proceso de final abierto a partir del triunfo del libertario Javier Milei. Su figura aparece para revertir dos décadas de hegemonía kirchnerista en un proceso análogo, con sus diferencias, al que Carlos Menem imprimió con su libreto liberal a la economía argentina en los 90. El libertario viene desde fuera del sistema político convencional, es un outsider al estilo de Donald Trump. Pudo captar el voto liberal tradicional de las clases media y alta, pero también obtuvo apoyo en segmentos pobres de todo el país. Un año antes, su victoria era inimaginable, cuando el candidato principal de Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta, era el favorito para imponerse en los comicios.
La llegada de Milei ocurre en un contexto internacional caracterizado por el descenso de la inflación en los países centrales. Para revitalizar la economía, Estados Unidos se anima a reducir la tasa de interés para bajar la inflación. Estados Unidos crecerá al 2,5 % en 2024, con una tasa de desempleo baja. Se presume que Trump será reelecto presidente. Joe Biden no es un candidato adecuado para la reelección. Europa crece a tasas bajas, con Alemania en una virtual recesión, leve pero sorprendente para la locomotora europea. China crece al 5 %, un ritmo menor al promedio histórico. Su tasa de expansión es relevante para el precio de los commodities que la Argentina y el resto de América Latina exporta. La región comienza el año con problemas de crecimiento, relativa ortodoxia y un color político dominante de izquierda moderada.
Parece inevitable una devaluación hacia abril, que arrastraría precios mayoristas y minoristas.
A casi tres meses del nuevo gobierno, el país se enfrenta a un desafío importante que pretende revertir la matriz corporativa y estatista heredada del kirchnerismo. La iniciativa, audaz y de alto vuelo, se materializaba en dos propuestas. Una es el Decreto de Necesidad y Urgencia con múltiples objetivos, entre ellos la privatización masiva de las empresas públicas. Y la otra la denominada “Ley Ómnibus”, que ya naufragó en el Congreso.
A través de propuestas desregulatorias, Milei pretende impulsar la estructura social hacia la libertad. El objetivo principal de esta primera etapa es evitar la hiperinflación, que está a la vuelta de la esquina en la visión del oficialismo.
En cuanto a la Ley Ómnibus, el gobierno resignó medidas que no llegaron a aplicarse, pero ni siquiera así logró que saliera. Se notó una negociación intensa porque las piezas negras del ajedrez también juegan. La reacción en la calle, que debutó el 24 de enero con el paro de la GGT, se complementó con la oposición peronista en el Legislativo. La Confederación General del Trabajo (CGT) defiende al empleo registrado de 6 millones de personas que están en una situación de privilegio, y encolumnó a los trabajadores, pero con poca repercusión. Son seis millones de puestos registrados desde hace más de 10 años, una síntesis del estancamiento del país.
El sector informal urbano es el que más sufre económicamente por no tener una red de contención social. Desde la llegada de Mauricio Macri a la presidencia, en 2015, su ingreso ha disminuido un 42%; ese sector incluye a casi la mitad de los empleados. El paro del 24 de enero fue decidido quince días después de la llegada del nuevo gobierno. Lideraron esta acción de fuerza los dirigentes peronistas Héctor Daer, Pablo Moyano y Carlos Acuña ya que la CGT no es neutral: es básicamente peronista desde 1946, cuando el general Juan Perón ganó las elecciones.
La decisión de recortar gasto público en recesión es grande y desafía todos los manuales.
EQUILIBRIO FISCAL. Enfrentar un desequilibrio fiscal de seis puntos del Producto Bruto Interno supone una fuerte intervención del oficialismo. Se puede modificar disminuyendo el gasto público y aumentando los impuestos. En lo referente al gasto público, se pretende recortar aportes a las provincias y subsidios a energía y transporte. En lo que se refiere a impuestos, se pretendía extender las retenciones a muchos sectores, pero esta medida fue cuestionada por los gobernadores y Milei tuvo que ceder: el oficialismo sacó las medidas fiscales del paquete ómnibus. Existe una polémica abierta respecto al destino del Fondo de Garantía de Sustentabilidad que posee la organización que lleva el pago a los jubilados.
La herencia de inflación es muy elevada. Se procura ue la reducción del déficit fiscal; el ordenamiento del déficit cuasifiscal, que está muy distorsionado (el problema de las Leliqs), y la reducción de la emisión del Banco Central al Tesoro contribuyan a disminuir la inflación.
Para estabilizar, sería deseable un plan integral, lo cual no es el caso del actual gobierno ya que no tuvo tiempo para elaborarlo. Se está trabajando con un tipo de cambio fijo en $ 800 con un crawling peg de solo 2 % mensual. Este dólar se irá erosionando rápidamente por la inflación que corre al 20-25 % mensual. Por estas razones, es inevitable una devaluación hacia marzo-abril que arrastrará precios mayoristas y minoristas. Es una situación en la que los precios relativos todavía están desalineados. Este reequilibrio constituye la base de partida para una estabilización eficaz.
¿QUÉ ESPERAR? Se apuesta a que la demanda de dinero vuelva a crecer si se recupera la confianza. Éste es el noveno plan de estabilización desde los años 60 y procura llegar, como Israel en los 80 y Brasil en los 90, a una inflación anual de un dígito. La convertibilidad de los 90 se malogró debido a la rigidez de la regla cambiaria, que, a pesar de un buen comienzo, terminó fallando.
El Fondo Monetario Internacional apoya las medidas del gobierno libertario ya que se trata de un enfoque fiscal ultraortodoxo y de emisión acotada, similar a la del programa de Macri en 2018 y 2019. Es posible que se estiren los plazos de pago para vencimientos importantes del capital. El kirchnerismo siempre criticó al macrismo por su desproporción en el endeudamiento con los famosos USD 50.000 millones de endeudamiento y la falta de intervención del Congreso en la medida adoptada.
Por otro lado, parece que están entrando más dólares en las Reservas, que mejoran el importante tema de restricción externa, que fue una situación muy crítica durante todo el gobierno de Alberto Fernández. La cosecha significativa de soja, principalmente, aumentará los dólares durante el segundo trimestre y tendrá un papel fundamental para el equilibrio externo. Por el momento, el cepo permanece, aunque el objetivo final es una unificación cambiaria gradual. El dólar actual de 800 está en un buen nivel histórico en términos de tipo de cambio real. Para alentar las exportaciones, que están muy alicaídas desde hace 10 años, el dólar debe ser más competitivo.
Para estabilizar, sería deseable un plan integral, lo cual no es el caso del gobierno porque no tuvo tiempo de hacerlo.
Las importaciones están contenidas por el Impuesto PAÍS, que se ha acrecentado. Pero existe un problema, que se arrastra desde hace tiempo, vinculado a la deuda comercial que no se paga por la restricción del cepo. Tenemos que superar ese tema y el gobierno está intentando hacerlo a través de un bono que por ahora no ha dado todo el resultado esperado.
El ingreso de capitales está relacionado con la entrada de dólares y es un tema importante vinculado con el riesgo del país. Este tema es relevante y se encuentra el riesgo país actualmente en 1800 puntos básicos, un valor elevado que refleja la falta de confianza.
LA PRIORIDAD SOCIAL. Es obvio que el frente social debe ser cuidado ya que las reformas y el ajuste, como decía Milton Friedman, tienen un costo para la comunidad. Milei insiste en que el Ministerio de Capital Humano debe estar al servicio de esta red de contención. La caída del salario real es inevitable y, por lo tanto, la del consumo y del PBI. Por todo esto podemos decir que estamos frente a un año recesivo.
También el 2023 fue un año recesivo: el producto cayó 3% debido principalmente a la sequía. La pobreza está en 43% y puede llegar a 50% a fines de 2024. Es una cifra dramática para una Argentina que casi no tenía pobres a comienzos de los 70, cuando, paradójicamente, la izquierda terrorista quiso cambiar de raíz la sociedad hacia la utopía cubana. La distribución del ingreso se ha deteriorado; nuestro patrón distributivo medido por el índice de Gini era europeo o uruguayo hasta los 80 y ahora es latinoamericano. Recordemos que nuestra región, la más católica del planeta, es la peor en el terreno de la igualdad. En Argentina tenemos contabilizadas 4.000 villas de emergencia, villas miseria, cantegriles o barrios como se los llama en otros países; 2.000 antes de Néstor Kirchner y 2.000 asentamientos más después de su muerte. Es el fracaso de la democracia en el plano del bienestar, una democracia que, cuando asumió Milei, cumplió 40 años.
La política de ingresos es clave para dar paz social; hemos visto revueltas sociales con una virulencia destacable y de gran magnitud en varios países de la región incluso en algunos como Chile, que tiene un despliegue económico notable desde 1983. Los planes sociales que generan un deterioro de la cultura del trabajo deben ser reformulados, aunque a corto plazo no se tocarán por estar en situación de emergencia ―salvo en cuestiones puntuales―. El desafío de recortar gasto público en recesión es grande y desafía a todos los manuales. En recesión hay que compensar, pero no tenemos margen para hacerlo. Lo más importante de los ocho años de Cristina en el poder fue el exceso de gasto público, mochila que cuesta cargar. El gasto de la política es poco representativo, la casta de la que habla Milei es una palabra mediática pero no operativa. Por supuesto que el tema de la casta es bien importante si se comprueba que hay corrupción en la política.
LO QUE (QUIZÁS) VEREMOS. En definitiva, se observan propósitos ambiciosos por parte de un equipo que se está conociendo en la cancha. No se trata un gabinete de lujo y algunos de sus miembros, como el propio Milei, carecen de experiencia en gestión y liderazgo, así como adolecen de conocimientos de la administración pública. Temas centrales durante la campaña política, como el cierre del Banco Central y la dolarización, no aparecen ahora fuertes en la agenda, pero siguen estando y quizás se retomen más adelante. Por el momento, parecen iniciativas poco operativas, inusuales en las mejores prácticas de los policy makers.
Es difícil hacer escenarios, las negras siguen jugando y el balotaje fue un virtual empate porque en un partido que se gana cinco a cuatro hay virtual empate; los votos propios de Milei son de solo el 30%. El peronismo, con su vocación de poder y de destrucción institucional, jugará fuerte. Se resiste, por ejemplo, a corregir distorsiones obvias como las del marco laboral obsoleto, corporativo y anticrecimiento de las Pymes, que son el nervio central de la estructura de ocupación.
Está abierto el horizonte para que el país copie a naciones como Uruguay, Paraguay, Chile y Perú. Al asumir Milei, se abre un horizonte en el que el cambio liderado por él hasta el año 2027 se presenta con un 33% de probabilidad de éxito. Existen entonces tres escenarios posibles: el primero, un cambio exitoso; el segundo, un fracaso que podría llevar a un juicio político y destitución del Presidente; y el tercero, una gestión con rendimiento mediocre hasta el 2027. Es una apuesta compleja dada la falta de gobernabilidad de la nueva administración. Milei apuesta por la utopía de retomar la excepcionalidad que compartía con Chile y Uruguay en la posición 10° del mundo. Eso sucedió hacia el centenario, en 1910. Actualmente, Argentina es el país 80 en términos de competitividad de 144 países que releva el World Economic Forum (WEF).
El marco político está en transición con muchas cuestiones para indagar. ¿Seguirá Juntos por el Cambio como partido de centro y alternativa de poder real? ¿Quedará vigente solo el Pro, liderado por Macri? ¿Cuál es el futuro del kirchnerismo? ¿Milei podrá armar una estructura partidaria estable, que se vaya consolidando? ¿Cómo se posicionará el peronismo de centro asociado al interior del país? ¿Quién será el líder de la oposición durante la gestión de Milei?
Además de las cuestiones económicas, se destacan asuntos de interés prioritario, como seguridad, salud, educación, entre otros frentes. La competitividad como la trabaja el WEF en sus informes reúne esas dimensiones del orden social además de las económicas. Es un lugar común que debemos consensuar un modelo de crecimiento inclusivo en una Argentina que desde 1816 transitó, en general con excepciones, dinámicas de enfrentamiento y grieta.