El compositor, director de orquesta y productor Ángel Mahler fue invitado especial del IAE Day, una jornada especial que se realizó este miércoles en el Campus con la participación de los colaboradores de la escuela de negocios de la Universidad Austral para contribuir al fortalecimiento de la cultura organizacional.
Mahler, compositor de “Drácula, el musical”, el mayor éxito de comedia musical en Argentina, estuvo también acompañado de Demir Lulja, violinista de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y la Camerata Bariloche y la cantante Florencia Spinelli. En diálogo con Rubén Figueiredo, profesor titular del área académica Comportamiento Humano en la Organización del IAE Business School, compartió con el equipo del IAE temas musicales intercalados con reflexiones sobre su trayectoria profesional.
Los principales mensajes y reflexiones que dejó durante su visita al IAE Business School, extrapolables a cualquier trabajo, fueron:
-Sobre la dirección: “La dirección es apasionante. No existió siempre: surgió en el siglo XIX ante la complejidad de las obras. Poder componer y dirigir también es apasionante. De acuerdo con la visión de cada director, una obra suena diferente”, dijo. “La mirada de uno es de uno. A veces uno está convencido de que su mirada es la única, pero no lo es. Tenemos que estar abiertos a aprender del otro y del momento”, agregó. “Esta semana hicimos seis funciones (“Drácula, el musical”, a sala llena) en el Luna Park y todas tuvieron su matiz distinto. Hay un montón de detalles pequeños que las hicieron distintas. Y esos detalles son la dirección”, sostuvo. “Por eso, me encanta componer y dirigir”, enfatizó.
-Sobre el equipo: “En el teatro y en la orquesta, estamos expuestos los artistas, pero hay toda una organización”, destacó. Y sostuvo que todos son importantes, no solamente los artistas, los que salen a escena, sino también los iluminadores y las personas que trabajan en el armado.
-Sobre la música: “La música es muy a corazón abierto; es la búsqueda continua de sensaciones. Los violines todos tocan distintos, una nota diferente y todos tienen que estar afinados. Lo que produce la emoción son las notas juntas. El todo es lo que emociona. No tenemos porqué saber de música o de cualquier arte para poder disfrutarlo. La tarea del director es lograr el balance para que el todo sea armonioso.”
-Sobre la administración de los egos: “No todo el mundo necesita lo mismo. En la orquesta, cuando hay un solo, sobre todo cuando es nuevo, ese destaque lo hago pensando que (ese músico) necesita ese momento: toda la orquesta estará tocando para él y es la forma de decirle que valoro su trabajo”, describió. Por otra parte, “en la farándula, es peor: se pelean hasta por un cartel”, contó. En el musical, “la estrella es el musical”, en general, no se basa en artistas conocidos. “El producto es la clave. Los egos hacen que se estropeen las cosas. Hemos tenido que prescindir de grandes solistas porque estropeaban el clima de trabajo por exigencias desmedidas, pero en general no nos ha sucedido”, relató.
-Sobre el autoboicot: “Fue muy interesante superar las barreras que yo me ponía”, sostuvo. “Hay que tener confianza en lo que uno cree que tiene que hacer, aunque parezca alocado”, agregó. “Imagínense que yo no podría tocar una nota si mis ídolos son Tchaikovsky, Mozart, Puccini... Pero confié en que tenía algo para decir”, agregó. “Fue todo un logro vencer mis propios límites”, dijo.
-Sobre el propósito, la misión y el éxito: “Muchos artistas –como Elvis Presley y Whitney Houston- terminan muy mal porque no encuentran el sentido. El éxito es muy relativo. Yo quiero hacer lo que me gusta. Si funciona bien o mal, hay muchos imponderables, sobre todo en Argentina.” Por otra parte, también sostuvo que “hay una conexión con Dios en la composición”. “La creación está conectada con algo, es como ir a un lugar donde te gusta estar”, añadió.
-Sobre la felicidad: “Soy feliz con lo que hago, con las cosas buenas y malas. Para nosotros, no es un trabajo, es hacer música. Vinimos al mundo a hacer algo y ese algo, a través del arte, lo podemos contagiar”, consideró. “La música contagia optimismo”, concluyó.
Al cierre, el profesor Rubén Figueiredo convocó a todos los presentes a “trasladar esto a nuestro día a día” y “transformarnos en un equipo-orquesta, unido y afinado”.