“El orden fiscal, el superávit comercial, la competitividad cambiaria y el desarrollo con inclusión” fueron los primeros lineamientos que pronunció Sergio Massa cuando se sentó por primera vez en el Palacio de Hacienda, hace exactamente 365 días. Esos cuatro ejes los repitió luego cuando se oficializó como candidato presidencial, pero a lo largo de este tiempo las variables económicas no parecen ayudarlo.
En particular, saltan a la vista los malos números de inflación -que acumula 115,6% en los últimos 12 meses- y reservas -que retrocedieron más de US$13.800 millones de punta a punta de la gestión-. El comportamiento ascendente del dólar blue, que este miércoles cerró nuevamente en el máximo de $560, es otro de los números que generan preocupación al ministro y precandidato a presidente del oficialismo.
“El PBI apenas subió un punto desde agosto de 2022 hasta hoy y el déficit fiscal está entre 2% y 2,5%. Además, es el ministro con más inflación en el primer año de gestión desde la democracia, sacando a Bernardo Grinspun, el primer ministro del alfonsinismo, y a Erman González, que se desempeñó de 1989 a 1991. También es el que peor performance muestra en materia de pérdida de reservas y hay un aumento significativo de los niveles de pobreza”, sintetizó Ricardo Delgado, director de Analytica.
Los economistas coinciden en que el gran mérito de Massa es haber llevado tranquilidad al mercado en el momento en el que asumió, tras la renuncia de Martín Guzmán y la breve gestión de Silvina Batakis. Las medidas que tomó en ese tiempo, precisamente, tuvieron que ver con “pilotear la tormenta” más que con poner en marcha un plan de estabilización de la economía.
Dólar soja
Una de las primeras medidas que tomó Sergio Massa fue mejorar el tipo de cambio para los exportadores. En total, lanzó cuatro programas de incentivo exportador, también conocidos como “dólar soja” o “dólar agro”. En el último de ellos, que todavía está vigente, el precio del dólar se mejoró de $300 a $340.
El objetivo de la medida es tentar a los exportadores -especialmente al sector agrícola- para que vendan su cosecha, en un contexto de fuerte sequía. La efectividad de los programas fue bajando a medida que se renovaron, dado que el tipo de cambio ofrecido pierde atractivo cuando los productores empiezan a sospechar que más adelante habrá una nueva ventana de oportunidad con una mejor cotización.
“Cuando asumió Massa, su sola presencia tranquilizó a los mercados: bajó el riesgo país y mejoraron los indicadores. Después, no se concretó el plan de estabilización ni la devaluación y prefirió poner en marcha los dólares soja. Eso dio cierto oxígeno a las reservas, pero es algo que se cobra por adelantado y se deja de percibir más adelante”, explicó a TN Eduardo Fracchia, profesor de Economía de IAE.
Negociación con el FMI y renovación del swap
La renegociación pendiente con el FMI fue otra de las aristas clave de la gestión de Sergio Massa. “La tónica del programa es tratar de llegar, sin que exploten las bombas cambiaria, inflacionaria, social e institucional. Sin embargo, vino el cisne negro de la sequía. Vamos a ver si logra transcurrir sin sobresaltos los próximos meses con un piso inflacionario de alrededor de 7%”, consideró Fracchia.
Con una discusión que se extendió por tres meses, los desembolsos se demoraron y el ministro de Economía tuvo que salir a buscar otras vías para apuntalar a las reservas. En esa línea, logró renovar el swap con China y ampliar al equivalente a US$10.000 millones el monto de libre disponibilidad de esa línea de crédito. Gracias a eso, la Argentina pudo pagarle al FMI los vencimientos de junio y julio.
Además, Massa consiguió algunos préstamos extra de organismos internacionales, como el Banco Mundial, el Banco de Desarrollo de América Latina (antes llamado Corporación Andina de Fomento) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Sin embargo, ahora el país se encuentra más comprometido en su vínculo financiero con China y debe cumplir metas más estrictas con el FMI en términos de acumulación de reservas y control del gasto.
Más ajustes al cepo cambiario
Lejos de poder sacar las restricciones al acceso a dólares, Sergio Massa agregó dificultades para acceder a la divisa estadounidense y más personas se quedaron sin la posibilidad de comprar el cupo de US$200 mensuales. Entre ellos:
- Quienes pidieron los subsidios energéticos.
- Los que se inscribieron en la moratoria previsional.
- Los beneficiarios de la ANSES que soliciten los nuevos préstamos de hasta $400.000 a tasa subsidiada.
Además, se sumaron complicaciones para la compra simultánea de dólar oficial y dólar MEP o contado con liquidación. En la misma línea, se restringió el acceso a divisas por parte de las empresas y de las provincias que tenían deuda en dólares.
Uso de reservas para controlar al dólar financiero
Tras la corrida cambiaria de abril, en la que el dólar blue llegó a $400 por primera vez, Massa decidió que el Banco Central (BCRA) empiece a usar las reservas para intervenir en el dólar MEP. Esta cotización financiera, que surge de la compraventa de bonos en el mercado, funciona como referencia para el tipo de cambio alternativo y por eso el Gobierno aspira a controlarla. Privados estiman que ya se usaron unos US$1800 millones con este fin.
La estrategia de intervención con reservas trata de llevar calma a las cotizaciones paralelas, pero repercute negativamente en las alicaídas arcas del BCRA y, a la vez, genera una inyección de pesos en el mercado. La maniobra estaba originalmente prohibida por el FMI, pero luego el organismo autorizó al Gobierno a continuar su participación en el mercado, aunque advirtió que debe estar centrada “en garantizar el funcionamiento normal del mercado”.
“Simplificación cambiaria” o devaluación fiscal
Poco antes de anunciar el acuerdo con el FMI, el ministerio de Economía anunció una “simplificación cambiaria” que no fue más que una devaluación fiscal. Así, el Gobierno unificó el dólar ahorro con el dólar tarjeta (que se cobra por consumos en moneda extranjera por hasta US$300). Por el lado opuesto, se creó un nuevo tipo de cambio para importaciones, que le suma un recargo de 7,5% al precio del oficial de los bienes y 25% en el caso de los servicios.
Sin embargo, no es la primera vez que se crea una cotización diferencial en la gestión de Sergio Massa, ya que en octubre del año pasado se implementó el “dólar Qatar” con un recargo de 100% con respecto al oficial. Es el tipo de cambio que se aplica para los consumos en moneda extranjera abonados con tarjeta de crédito por más de US$300 mensuales.
Inflación, con piso de 7% mensual
Otra de las variables que generó mayor impacto económico y social tiene que ver con la aceleración de los precios. Cuando Massa asumió como ministro, recibió un índice de inflación de 7,4% en julio, que se desaceleró hasta fin de año –el piso se alcanzó en noviembre, cuando el Índice de Precios al Consumidor (IPC) tocó el 4,9%-. Sin embargo, en el inicio del año los precios se posicionaron un escalón por arriba y superaron el 6% hasta ahora.
Envalentonado con el efecto de sus primeros meses de gestión, Massa dijo que esperaba que en abril el índice de inflación comience “con un tres adelante”, pero ese objetivo quedó muy lejos de la realidad y en abril el IPC llegó al 8,4%, la cifra más alta desde abril de 2002 y la más elevada en el gobierno de Alberto Fernández.
Para intentar contener el avance de los precios, el equipo económico apeló a concretar una serie de acuerdos con topes de aumento en una decena de sectores –consumo masivo, indumentaria, combustibles, entre otros-, pero que se reflejaron luego en los índices generales, que durante los últimos meses estuvieron impulsados por el traslado a precios de la suba del dólar blue, el aumento de tarifas por la quita de subsidios y las subas autorizadas en distintos rubros.
Lo cierto es que la escalada inflacionaria no se detuvo y generó un deterioro de los salarios reales, así como un aumento en la pobreza. “Si el próximo Gobierno hace las cosas bien, va a haber entre dos y tres trimestres turbulentos hasta tanto no logre ordenar la herencia. Probablemente haya más dólares, pero los primeros meses van a ser difíciles, con un pasivo social elevado: 45% de pobreza, que llega a 60% en los chicos”, anticipó Delgado.