Las empresas, hoy más que nunca, están experimentando la tensión entre la exploración y la explotación. La inflación y la incertidumbre económica posterior a la pandemia está dificultando la operación de los negocios tradicionales, mientras que la demanda de innovación es cada vez más incierta debido al surgimiento de nuevas tecnologías, como la IA, que aún no se han integrado por completo en los modelos de negocios existentes.
En este contexto, las compañías necesitan jóvenes profesionales que estén dispuestos y capacitados para enfrentar ambos desafíos: mantener los negocios tradicionales y fomentar la innovación. Sin embargo, estos profesionales pertenecen a una nueva generación que no tiene la misma paciencia que las generaciones anteriores para lidiar con la gestión tradicional basada en procesos rígidos y liderazgos jerárquicos.
Los nuevos profesionales ya poseen actitudes clave para el futuro de las empresas, como una mentalidad abierta hacia las nuevas tecnologías, curiosidad y creatividad, capacidad para desenvolverse en ambientes informales e inciertos, agilidad y una mayor conciencia de la sustentabilidad social y ambiental.
El primer obstáculo surge cuando las empresas no tienen estructuras de gestión y procesos preparados para funcionar de esta manera, e incluso asignan a los jóvenes profesionales tareas rutinarias y rígidas, lo que luego dificulta la retención del talento. El camino a seguir debería ser aprovechar estas actitudes, desarrollarlas y, al mismo tiempo, modernizar los sistemas y procesos de gestión de la empresa para trabajar con objetivos claros y emplear metodologías de proyectos ágiles y sustentables.
Por otro lado, estos jóvenes aún no han tenido la oportunidad de desarrollar una visión integral de las empresas y su contexto cada vez más complejo. Por ello resulta fundamental que adquieran habilidades técnicas y, en ocasiones, rigurosas para abordar los desafíos empresariales. Si bien la agilidad para la innovación es crucial, existen a su vez problemas de gran envergadura y complejidad que requieren un enfoque más estructurado.
Además, necesitan desarrollar habilidades de autorregulación emocional y autoconocimiento que les permitan conocerse a sí mismos y a los demás en su organización, incentivando así sus fortalezas y promoviendo la colaboración en sus equipos, y contribuyendo a lograr la mejor complementación de las capacidades de explotación e innovación que las empresas requieren.
En resumen, las empresas se encuentran en un constante equilibrio entre la estabilidad de lo conocido y las sorpresas de la innovación. La integración de la nueva generación les aportará una mentalidad fresca y actitudes innovadoras imprescindibles para superar estos desafíos. Los jóvenes profesionales deben desarrollar una visión integral de las empresas y su contexto, así como fortalecer sus habilidades emocionales y colaborativas. Al mismo tiempo, las organizaciones deben modernizar sus estructuras y procesos de gestión para aprovechar al máximo el potencial de estos talentos emergentes y lograr un crecimiento sostenible.
La nueva Maestría en Management (MiM) del IAE ha sido diseñada con el objetivo de contribuir a reducir esa tensión y formar a los nuevos profesionales en los fundamentos de la gestión, profundizando en los aspectos que las nuevas tecnologías ofrecen, especialmente en el ámbito de la comercialización, las finanzas y el marketing, con el fin de mejorar las propuestas de valor y agilizar los modelos de negocios, pero, en lugar de adoptar una perspectiva disruptiva, se busca integrar de manera efectiva las herramientas y soluciones tecnológicas en los procesos existentes. Esto permite a los profesionales desarrollar una visión holística de las empresas y su contexto complejo, brindándoles las habilidades necesarias para abordar los desafíos empresariales con un enfoque equilibrado entre la estabilidad y la innovación.
*Por Francisco Díaz Hermelo, profesor y Director Académico de la nueva Maestría en Management (MiM) del IAE Business School, Universidad Austral.