02/01/2023 BAE - Nota - Economía y Finanzas - Pag. 14
A partir del 2011, Argentina expone una dinámica de sesgo contractivo debido a los vaivenes que se presentan con mayor o menor intensidad pero con un saldo negativo con caídas en la actividad económica. Esta dinámica se asocia a los desequilibrios durante los últimos años de la gestión de Cristina Kirchner, el ajuste que realizó la gestión de Mauricio Macri por las crisis cambiarias del 2018 y 2019 y la última dinámica inflacionaria derivada del COVID-19 e intensificada por la gestión de Alberto Fernández.
La combinación de estos factores convergieron hacia un nivel de actividad deprimido con serias distorsiones y desequilibrios.
El diagnóstico común se compone de factores que parecen enraizarse en la forma de ver y pensar el funcionamiento de la macroeconomía: pensar que fenómenos temporales serán permanentes y que las restricciones de presupuesto no son tales. Ambos factores se identifican desde el inicio del nuevo siglo.
En concreto, el aumento de los precios de los bienes primarios exportables como consecuencia de la primera fase del proceso de irrupción de China en la economía internacional lo cual, a su vez, generó un ascenso sostenido del ingreso de divisas comerciales, es decir, una combinación de shock de precios positivos y mejora de las cuentas externas durante la última parte de la década de 2000. Proceso que se sostuvo pero que se fue ralentizando desde el inicio de la crisis financiera internacional de 2008.
De acuerdo al contexto actual, el manual de procedimientos económico dispone esencialmente de dos alternativas para abordar un proceso de estabilización.
Por un lado, un programa de tratamiento de shock con medidas profundas como reformas del sistema monetario y sobre las cuentas fiscales, y ajustes en los precios relativos abordando el tipo de cambio, la tasa de interés y los precios de servicios públicos.
El éxito de este tipo de programas depende del espacio de gestión con el que se disponga, el cual debe ser relativamente amplío dado el cambio abrupto de las regulaciones e institucionalidad de las políticas económicas.
Por otro lado, se dispone de experiencias de programa con objetivos pautados en distintas fases de ajuste y reordenamiento del sistema económico.
En esas fases se optan por distintas medidas de mayor o menor intensidad donde el orden de gestión dependerá de la magnitud de los desequilibrios.
El dato. En el sector fiscal, los ingresos volvieron a recuperarse en términos reales derivado del desempeño de los tributos directos la actividad económica interna como externa. Este desempeño se complementa con el ajuste real en las erogaciones del sector, es decir, un ajuste fiscal con mayor intensidad sobre el sector privado.
Martin Calveira - Economista investigador del IAE Business School