"Seguimos pensando que la inflación se irá acotando gradualmente, y lo más probable es que tendremos una desaceleración moderada de la economía global". Así se refirió el economista Juan José Llach, quien actualmente reviste como profesor emérito del IAE Business School, al contexto local e internacional, añadiendo que bajar la inflación y consumir más energías verdes podría ser “el módico precio de la amenazante crisis global”, aunque todo estará sujeto a la intensidad de la guerra en curso.
Sus estimaciones se encuentran en línea con lo anunciado por el FMI en octubre pasado, cuando el organismo recortó el crecimiento global del PIB de 2022, estimándolo en 3,2%, es decir muy por debajo del 4,9% estimado hace un año, y a sólo 2,7% en 2023.
De esta forma, Llach, que en su extensa trayectoria pública fungió como viceministro de Economía del gobierno de Carlos Menem y ministro de Educación de la Alianza, concluyó que “el contexto global está ayudando, por ahora, a la Argentina, fundamentalmente por el precio de los granos. Y lo propio ocurriría con los combustibles si Vaca Muerta estuviera funcionando a full”.
También se refirió a la actual situación el economista Eduardo Fracchia, director del área de economía del IAE, que analizó el contexto internacional, el cual continúa recesivo a nivel mundial por la suba de tasas de interés en Europa y Estados Unidos, países, que, señaló, “tendrán un 2023 difícil por la suba de tasas, mientras que China va a crecer un poco este año por COVID y Brasil, con su importante déficit fiscal, estará cerca de 1% de crecimiento el año entrante”.
En lo referente al plano local, Fracchia señaló que la gestión de Massa sigue dando estímulos puntuales, pero “no constituye un esquema unificado”. En este sentido señaló que el campo ha liquidado muchos dólares durante este año, pero sufre una sequía que se prolongará en el 2023, agregando que es clave terminar con el gasoducto de Vaca Muerta para aligerar los problemas de abastecimiento, así como recomponer reservas en el Banco Central.
En este sentido, afirmó que “pareciera que se va a sortear una crisis de magnitud, pero podría darse un evento macro muy severo dado que se juega en el límite. El ajuste fiscal se sigue haciendo vía licuación, usando la inflación”. También, agregó que “el Fondo convalida la gestión Massa, que está muy lejos de reformas de tipo estructural”, observando un 2023 conflictivo por las elecciones y por las internas en las dos principales fuerzas.
Por otro lado, otro economista del IAE, Juan Manuel Jauregui pidió reducir los desequilibrios económicos focalizándose en la reducción de gastos, aumentando la inversión privada y el crecimiento por vía del mercado. Incluso, pidió un ajuste mayor al planteado por el Fondo, pues, señaló que “el programa con el Fondo Monetario Internacional establece una meta de déficit fiscal primario de 2,5% del PIB para 2022 y una reducción muy menor de sólo 0,6% para llevarlo a 1,9% en el año próximo. Existen muchas oportunidades para reducirlo más de lo acordado. El gasto salarial está previsto en el mismo nivel de 2,9% del PIB, y como bien sabemos existen muchas ineficiencias en el gasto salarial en donde existen gran cantidad de empleados que sirven una función política o prebendaria que fácilmente pueden racionalizarse”.
Finalmente, el economista investigador Martín Calveira, señaló que un proceso de estabilización podría darse por un programa de tratamiento de shock con medidas profundas como reformas del sistema monetario y sobre las cuentas fiscales, junto a ajustes en los precios relativos abordando el tipo de cambio, la tasa de interés y los precios de servicios públicos, aunque añadió que “el éxito de este tipo de programas depende del espacio de gestión con el que se disponga, el cual debe ser relativamente amplío dado el cambio abrupto de las regulaciones e institucionalidad de las políticas económicas”, agregando que también “se dispone de experiencias de programa con objetivos pautados en distintas fases de ajuste y reordenamiento del sistema económico. En esas fases se optan por distintas medidas de mayor o menor intensidad donde el orden de gestión dependerá de la magnitud de los desequilibrios”.