La pospandemia reanimó el debate global por el futuro de la economía y la sustentabilidad. El paradigma económico basado en la explotación lineal de recursos para sostener un crecimiento sin límites materiales ha sido puesto en jaque por la ciencia, que da cuenta de la transgresión global de los límites planetarios que soportan el desarrollo de la actividad económica.
La biblioteca sugiere que un cambio de paradigma, a partir del cual la economía se encamine hacia el desarrollo sustentable, debería estar soportado por cambios sustantivos en los modelos mentales de los actores más influyentes de la sociedad. Y esto no compete sólo a los políticos, sino que, en el marco de una economía capitalista cuya célula básica es la empresa, refiere sobre todo a los modelos mentales del liderazgo empresario.
Asimismo, las barreras para el cambio paradigmático tienen que ver con que los modelos mentales de los líderes de negocios mayoritariamente privilegiarían el business-case, o bien, los objetivos económicos por sobre los socio-ambientales. Más aún, sólo movilizarían cualquier causa socio-ambiental en cuanto aquello redunde en una mejora de la performance económica. Por otra parte, los avances en la agenda de desarrollo sustentable estarían impulsados por súper-líderes con un modelo mental “paradójico”, en tanto es capaz de visibilizar y armonizar las tensiones entre objetivos económicos, sociales y medioambientales.
Con mi colega y amiga Pilar Acosta (Universidad Icesi & École Polytechnique) quisimos bajar al llano y generar un entendimiento local de los modelos mentales de las personas de empresa en América Latina. Y, a partir de encuestar a 186 líderes en siete países de la región, nos llevamos algunas sorpresas.
Un cambio de paradigma debería ser soportado por los cambios en los modelos mentales
En primer lugar, los modelos mentales del tipo “business-case” existen, pero están muy lejos de ser mayoritarios: sólo el 15% de los participantes de la muestra se ajustaría a esa definición. La enorme mayoría de los managers de la región muestra signos de disonancia cognitiva con los principales pilares del paradigma económico actual –que privilegia los objetivos de crecimiento de la producción, por sobre un set más amplio de objetivos socio-ambientales–.
Ahora bien, este grupo mayoritario se divide en dos clusters de individuos con tensiones cognitivas muy marcadas. El primer grupo, conformado por el 31%, advierte que el medio-ambiente es sumamente importante y que debería reducirse el consumo de recursos en general. Al mismo tiempo, no obstante, no está 100% convencido que el crecimiento y la expansión de la actividad económica dañe el medioambiente y que la disponibilidad de recursos (por ejemplo, combustibles fósiles) sea una preocupación urgente en el mediano plazo. El segundo grupo, conformado por el 54% restante de la muestra, considera que la economía y el medioambiente son igualmente importantes, pero dudan si el crecimiento es requisito sine qua non para lograr una buena vida y la prosperidad social en general.
Los resultados de nuestra investigación demuestran que, como siempre, la vida es rica. No se ajustan a la realidad las explicaciones simplistas de que el manager sería inexorable un cínico perseguidor de ganancias. Sin embargo, es igualmente cierto que el liderazgo empresario local está aún lejos de tener un entendimiento cabal de cómo interaccionan las metas económicas con los objetivos de desarrollo sustentable, cómo influyen en su modelo de negocios y cómo éste puede avanzar la agenda de sustentabilidad hacia adelante. Aquí será clave tanto la apertura de los equipos directivos de la región como de las escuelas de negocios, no sólo para para subsanar cualquier vacío de conocimiento técnico, sino para trabajar en las habilidades de liderazgo que permitan imaginar futuros alternativos y movilizar a los distintos stakeholders hacia esa visión.