El enojo y otras emociones que nos cuesta aceptar como propias (celos, codicia, gula, vergüenza, soberbia, orgullo, y otras varias) forman parte de nuestra vida cotidiana. Vamos a ver el valor del enojo como señal para hacer cambios, y aprenderemos a decir más veces que no a nuestros seres queridos… ¡para poder enojarnos menos con ellos!
Podemos tapar esas emociones “oscuras” y derrochar en eso nuestra energía o amigarnos con ellas y encauzar esa misma energía en nuestro beneficio y el de las personas que nos rodean. Aprendamos a hacer alquimia con ellas, a convertirlas en oro, tanto las nuestras, como las de nuestros hijos chicos y también adolescentes.
PROFESOR: MARITCHU SEITÚN
Lic. Psicología