Un crecimiento lento, por algún tiempo, parece ser lo que costarán al mundo y, sobre todo a los países desarrollados, la pandemia y la guerra declarada por Rusia.
Ya lejos del optimismo del control de la pandemia, sobrevino el pesimismo causado por la invasión de Rusia a Ucrania. Los mercados lucen muy volátiles, pero con claro predominio del pesimismo. Pero, pese al modo de "volatilidad descendente'', pensamos que se está dramatizando demasiado, como lo mostró en Estados Unidos la inflación nula en julio con sólo 0,3% de inflación núcleo (sin alimentos ni energía).
Pensamos que la inflación se reencauzará, aunque gradualmente y lo más probable es que tendremos una desaceleración de la economía global, con mejoras sólo para el Cono Sur, debido a los mejores precios de sus commodities.
Bajar la inflación y consumir más energías verdes serían el (¿módico?) precio de la amenazante crisis global. Por segundo mes consecutivo, como se esperaba, la Reserva Federal subió las tasas 75 puntos básicos, dejándolas entre 2,25 y 2,50 anual, pero habrá más y aún se abre la posibilidad de revisiones quincenales.
Noticias peores trajo agosto, con precios minoristas que aumentaron en Estados Unidos sólo 0,1% m/m, pero 8,3% en los últimos doce meses y, aumentos anuales mayores en alimentos (más del 10%), y en energía, mayores que superó el 20% anualizado. Es muy probable que estas tasas altas de inflación, haya desatado el pesimismo (oscilante) de las últimas semanas.
Se espera con ansiedad la variación anual del PIB del tercer trimestre, probablemente la tercera negativa consecutiva. Mientras tanto, Brasil sorprendió creciendo 1,2% en T2. No es claro, todavía, si ello aumentará las chances de Bolsonaro en las elecciones de octubre.
El crecimiento global fue recortado en julio por el FMI a 3,2% en 2022 (dramáticamente menor que el 4,9% estimado en octubre pasado), y a sólo 2,9% en 2023. El aumento medio del PIB global en el cuatrienio 2020-2023, caería a 2,275%, abonando nuestra tesis de fuerte desaceleración del crecimiento global.
El dólar se afirmó fuertemente, a tal punto que, con una excepción, todos los restantes indicadores cayeron (la bolsa argentina subió nominalmente y está en verde por la nominalidad, pero sigue cayendo en términos reales). Como insistimos siempre, no hay que omitir los peligros de la gigantesca deuda global, pública y privada: 333 billones de dólars o 390% del PIB mundial. En ese marco, será casi imposible tomar deuda "barata'' y así evitar o moderar la recesión global.
El contexto global está ayudando, por ahora, a la Argentina, fundamentalmente por el precio de los granos. Lo propio ocurriría con los combustibles si Vaca Muerta estuviera funcionando a full.
El nuevo gobierno argentino, con Sergio Massa actuando como primer ministro de hecho, puede ser (1) que evite una profundización de la crisis y (2) eventualmente, logre converger a menores tasas de inflación y a un crecimiento suave de la economía. Para que (2) se cumpla, hay que tener y dar a conocer un programa coherente y con apoyo político, nada más y nada menos, del que hoy se carece marcadamente.
* Catedrático del IAE Business School de la Universidad Austral.