En los últimos siete días, el dólar blue y los financieros acumularon saltos de hasta $20 (10%), afianzándose arriba de los $200 y elevando las brechas con el oficial por encima del 80%. Luego de casi tres meses de pax cambiaria, el mercado comenzó a tomar ganancias y a abandonar las operaciones de “carry trade”, ante la presión inflacionaria, dudas sobre el cumplimiento de las metas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la escasa acumulación de reservas del Banco Central (BCRA) en plena época de cosecha.
Entre fines de enero, luego de que el Gobierno anunció el principio de entendimiento con el FMI, y principios de abril, el dólar MEP y el CCL se derrumbaron más de $40 (más de 20%). En ese período, que coincidió con una fuerte aceleración de los precios, muchos inversores volcaron su dinero en bonos atados a la inflación (CER) para aprovechar sus elevados rendimientos y luego comprar dólares “abaratados”.
De este modo, las cotizaciones llegaron a perforar los $190 y las brechas a ubicarse por debajo del 70%. Sin embargo, esos números parecieron ser tomados un piso y la tendencia se revirtió de manera brusca en los últimos días.
“En teoría, a los períodos de fuertes ganancias con carry les siguen períodos de correcciones importantes. El riesgo del carry es que suba el dólar”, afirmó en diálogo con Ámbito el analista de Ecolatina, Juan Pablo Albornoz.
El economista sostuvo que el apetito por activos argentinos estuvo motivado justamente por operaciones de corto plazo y no por expectativas de crecimiento en activos locales, por lo cual emparentó al “carry” con “el juego de la silla”. “Mientras sigas teniendo tu silla, podés crear dólares ficticios devengando tasa en pesos. En la medida en que tomes ganancia antes del salto cambiario, funciona. La corrección en los dólares libres que vimos recientemente es eso: una toma de ganancias”, acotó.
Julio Calcagnino, analista de mercados de TSA Bursátil, señaló a este medio que las cotizaciones cercanas a los $190 reflejaban implícitamente un tipo de cambio real cercano al promedio de 2002 y que el mercado parece buscar niveles similares a los de la salida de la convertibilidad. “A priori, parece un tipo de cambio excesivo que suele reflejar pánico o alta incertidumbre”, expresó.
Los rebotes de los dólares paralelos parecen apoyarse en varias cuestiones. En primer lugar, el hecho más evidente es que la aceleración inflacionaria genera un desfase del resto de las variables en términos nominales.
En segunda instancia, comienzan a surgir algunas dudas respecto de la capacidad del Gobierno de cumplir la meta de déficit fiscal acordada con el FMI. Esta semana el Poder Ejecutivo lanzó bonos para trabajadores informales, de casas particulares, monotributistas y jubilados, para paliar los efectos de la suba de precios sobre los ingresos de estos sectores vulnerables.
Su financiamiento es incierto. El ministro de Economía, Martín Guzmán, pretende conseguir los fondos vía endeudamiento en moneda local con el mercado y a través de un impuesto a la “renta inesperada” que tuvieron algunos sectores como consecuencia de la guerra. Sin embargo, el financiamiento con emisión monetaria también es una posibilidad latente, lo cual agrega más leña al fuego en el plano cambiario.
Paralelamente, se conoció recientemente que el déficit fiscal primario del primer trimestre alcanzó unos $192.735 millones, una cifra inferior a los $222.264 millones que se habían pautado en el acuerdo de facilidades extendidas con el organismo multilateral de crédito.
No obstante, algunos analistas advirtieron que el sobrecumplimiento del objetivo no se hubiese dado sin los $122.000 millones que el Tesoro Nacional registró como ingreso corriente en concepto de un “artilugio” contable que refleja toda la diferencia entre lo captado por emisiones de deuda en pesos y el valor nominal de la deuda emitida.
En tercer lugar, se esperaba que durante abril el BCRA aproveche para acumular reservas, debido a la temporada de cosecha de soja y maíz. Por el momento, la autoridad monetaria recaudó unos escasos u$s174 millones en términos netos.
"Desde Adcap habíamos recomendado entrar al carry trade a principios de marzo, pero ya a principios de abril y después de una reducción de la brecha del 87% hasta el 70%, empezó a verse una fragilidad creciente, por la amenaza latente de aumentos en las retenciones al campo. Esta semana, esa fragilidad siguió creciendo por las preocupaciones que genera la incapacidad de acumular reservas de parte del BCRA, aun cuando hay liquidaciones récord del agro", señaló Javier Casabal, estratega de renta fija de Adcap Grupo Financiero:
"Por eso, esta semana recomendamos cerrar el trade. Si bien la reducción de la brecha podría haber continuado por la época del año, como ocurrió en 2021, por esta enorme fragilidad no debería sorprendernos si la brecha cambiaria vuelve a niveles del 90%", estimó el especialista.
Albornoz también mostró preocupación por “la pésima performance del BCRA en el MULC en un mes de liquidaciones estacionalmente altísimas”. “Esto, sumado al tema de energía, enciende alarmas. Ojalá que el BCRA pueda acumular reservas los próximos dos meses, sino la meta del FMI será muy difícil de cumplir y con ello crecerán las expectativas devaluatorias”, proyectó.
Por su parte, desde TSA Bursátil aclararon que, si bien ven atractivo en la curva CER, principalmente en el tramo medio, no recomiendan la venta de moneda dura para tomar posiciones, sino más bien la aplicación de flujos en la misma.
Martín Calveira, economista del IAE, la escuela de negocios de la Universidad Austral, explicó a Ámbito que “con la inflación mensual que tenemos la variación del tipo de cambio va atrás”. “El mes pasado tuvimos 6,7% y abril se supone que va a ser 5%, de modo que las variaciones del tipo de cambio nominal minorista deberían ser mayores para ir compensando o convergiendo a un número de equilibrio”, indicó Calveira.
Según señalan fuentes del Banco Central, la idea contemplada en el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en marzo es que la competitividad del tipo de cambio argentino se mantenga en los niveles que tenían a fines del año pasado. El 31 de diciembre el índice del TCRM era 102,5, lo que indicaría que hoy estaría apreciado apenas 2,6 puntos.
Calveria destacó que “la inflación de Estados Unidos en nivel del 7% u 8% anual está matizando la apreciación, es decir, se requiere menos de crawling peg”. Para algunos analistas, entonces, la pérdida de poder del dólar impactaría en medio punto mensual respecto de la necesidad de devaluar el peso, aunque señalan que en contexto de alta nominalidad es difícil medir esos movimientos relativos entre las dos monedas.
Respecto de Brasil, el peso estuvo apreciado gran parte del 2021 con un índice bilateral que llegó a 88 puntos, pero la tendencia se revirtió y actualmente se ubica en un punto de equilibrio del orden de los 100 puntos, lo cual también ayuda a Argentina a estar obligada a devaluar menos para poder exportar al país vecino.
Calveira destacó que el IAE cuenta con una serie histórica amplia del TCRM que comienza en enero de 1959 y termina en marzo de este año. En ese amplio lapso histórico el tipo de cambio real multilateral tiene un atraso del 21%. Mientras se discute entre economistas si Argentina tiene que ir hacia una dolarización o algún esquema de tipo de cambio fijo, los datos del BCRA indican que, en promedio, durante todo el período de Convertibilidad el tipo de cambio multilateral estuvo bastante apreciado con un índice de 75,7. Luego de la salida del bimonetarismo y hasta 2007 estuvo ultra competitivo, en nivel de 160, y después hasta 2017 se mantuvo en 111 puntos.
“Uno tiene que ganar competitividad por eficiencia productiva en inversión, pero si uno quiere conseguirla mediante una devaluación, se encarecen las importaciones y se le pega la actividad”, advirtió el economista quien dijo que por eso el Banco Central “está tratando de producir depreciaciones mínimas”.
En el IAE rechazan la idea de adoptar la moneda norteamericana que levantan algunos opositores, como Javier Milei. “Un escenario de dolarización no lo vemos posible y no lo vemos como una solución tampoco. Con la dolarización hay cláusula de entrada, pero no hay cláusula de salida como ya vimos con la convertibilidad”, indicó Calveira.
En tanto, el IAE señala en su último informe que el nivel del tipo de cambio real de marzo se encuentra en un nivel menor respecto del promedio de 2021, mostrando una apreciación de 12,1%. “Esto debido a las variaciones incipientes del tipo de cambio nominal y una elevada variación mensual del nivel de precios de la economía, es decir, que la variación de precios claramente deteriora a la ganancia de competitividad de la depreciación de la moneda nacional”, dice el informe.
De ese modo, señala que el “dólar de equilibrio estimado por el IAE-Austral (según el TCR promedio del período diciembre 2010-marzo 2022) en la cotización formal efectiva del mercado minorista sería de $194,3” y concluye que “el tipo de cambio actual estaría por debajo de ese valor en 1,1% y dependiente de la inflación futura”.