Financiada por la Red de Institutos Universitarios Latinoamericanos de Familia (REDIFAM). En ese marco se realizó un estudio cualitativo de tipo exploratorio, que consistió en 82 entrevistas en profundidad a niñas, niños, padres, madres y cuidadores de hogares argentinos y chilenos. / Dentro de los resultados del estudio, se constató que entre los padres prevalece una mirada negativa que tiende a resaltar casi exclusivamente aquellos rasgos molestos o preocupantes de los videojuegos. Entre ellos, se destacan el desarrollo de una posible adicción, la incitación a la violencia y el contacto con desconocidos. Este sesgo tan marcado se da principalmente en los padres que tienen un conocimiento superficial de los videojuegos sociales, influenciados por lo que otros comentan o por la información que circula en los medios, que tienden a tematizarlos como peligrosos. / Coincidimos en la necesidad de una mayor implicación parental, lo que demanda también la adquisición de ciertas competencias digitales, por un lado, técnicas (conocer cómo se juega), pero también críticas (comprender la lógica detrás que permite discernir lo que es bueno de lo que puede conllevar un riesgo). Asimismo, es clave cultivar un clima de confianza y apertura con los hijos. Esto les permitirá a madres y padres conocer qué juegos juegan sus hijos y con quiénes se conectan, felicitarlos cuando obtengan un logro significativo y alertarlos sobre prácticas inadecuadas.